Historieta shakespeareana en 3D
¿Qué decir de este nuevo tanque inspirado por los superhéroes de las historietas de la Marvel que no se haya escrito ya una y mil veces a partir de los films anteriores? Podría arrancar por la presencia de Kenneth Branagh en la dirección e indagar en la clara veta shakespereana del guión (la relación entre el veterano rey de Asgard que interpreta Anthony Hopkins y sus dos hijos -Thor y Loki- enfrentados por la sucesión al trono), pero creo que todas las críticas se centrarán en ese aspecto.
Podría enfocarme entonces en los escasos toques de humor (sobre todo, en comparación con la notable primera entrega de Iron Man), pero es obvia la diferencia entre el genial cómico que es Robert Downey Jr. y el carilindo Chris Hemsworth (para compensar su escasa expresividad y hay unos cuantos planos dedicados a exaltar su escultural cuerpo que harán suspirar a las jovencitas). Por lo menos, el cameo hitchcockiano de Stan Lee esta vez es bastante divertido.
Frustrados los intentos anteriores, podría describir sus fastuosos decorados gentileza del universo de las CGI (y de los 150 millones de dólares de presupuesto) o los logros de esta primera incursión de la sociedad Paramount-Marvel en el 3D (Branagh no parece ser el cineasta más dotado para sacarle todo el jugo posible y lo suyo parece por momentos pirotecnia "de manual").
Me queda, entonces, decir que Thor se sigue con agrado (es un producto de indudable pericia profesional), pero también con una contundente sensación de déjà vu. Todo es tan grandilocuente, tan artificioso, tan necesariamente espectacular, que los conflictos familiares y, sobre todo, su historia de amor, quedan minimizados, casi ridiculizados entre semejante gigantismo. Es una pena: allí está como objeto del deseo la bella, tierna -y recientemente oscarizada- Natalie Portman, con apenas unos pocos segundos para lucirse. Ella es otra "víctima" de este relato que cumple con lo que promete (adrenalina, estética de cómic, gran despliegue visual), pero que extraña el humor negro e irónico que Downey Jr le imprimió a su hombre de hierro o la veta autoral que un Christopher Nolan le pudo dar a su recuperación de otro héroe trágico (aunque del "bando" contrario del planeta de la historieta) como Batman. Así de correcto, pero también de "masticado" resulta este Thor cinematográfico que -como todo evento planetario- arrasará en las próximas horas con los mercados de todo el mundo. No hay demasiados, creo, que tengan ganas de ofrecerle resistencia.