Dioses y monstruos
Llevar a un personaje del comic como Thor a la pantalla grande no era una tarea fácil. Se pueden respetar ciertos aspectos del material original e ignorar otros, pero todo se reduce al tono requerido para contar su historia. Si vas a narrar el origen del dios del trueno con la gravedad propia de un Ricardo III corrés el riesgo de llevar al personaje a un grado de solemnidad que no lo amerita. Por otro lado, si te lo tomas demasiado para la chacota el resultado puede ser una berretada como Flash Gordon o He-Man: La película. Por suerte para nosotros (y los ejecutivos de la Marvel) el director Kenneth Branagh no optó ni por uno ni por otro. Simplemente se dedicó a respetar la historieta creada por Stan Lee y Jack Kirby, y logró como resultado una película de superhéroes que puede sentarse orgullosamente al lado de sus compañeras de rubro como la primera Iron Man y El increíble Hulk.
Pero si bien el tono requerido para contar estas historias fantásticas larger than life son vitales para el éxito del proyecto, también es importante que el héroe en cuestión nos cause empatia y no sea otro de esos tantos carilindos sin carisma que se pasean en Hollywood, y he aquí el segundo gran hallazgo de Thor. Al igual que Robert Downey Jr. en Iron Man, el ignoto Chris Hemsworth está perfecto en el papel protagónico, mezclando nobleza, testarudez y humildad tanto en plena batalla contra gigantes de hielo en Asgard como paseándose perdido por la tierra buscando recuperar el poder de su martillo Mjolnir. Ayuda también que lo hayan rodeado de grandes actores, desde la científica que interpreta la bellísima Natalie Portman hasta el poderoso Odin que hace con oficio y sin exagerar (cosa que se temía) Anthony Hopkins.
El argumento de Thor alterna entre el reino fantástico de Asgard, majestuosamente capturado por gracia y obra de los efectos digitales, y la estadía del héroe en nuestro planeta una vez que es desterrado por su padre ?el rey Odin? luego de actuar impulsivamente y desatar una guerra con el reino de Jogunheim. Es en la Tierra donde el film descansa de cierta gravedad previa con momentos de humor bastante logrados (la frase ¡give me a horse! hizo reír a la sala entera). También es cierto que produce algunos desbalances narrativos cuando uno ya se pone impaciente por ver a nuestro héroe recuperando sus poderes y destruyendo a sus enemigos a martillazo limpio. Pero los problemas no eclipsan el todo, porque a la hora de introducir un nuevo superhéroe de la familia Marvel, Thor es un más que digno exponente del género. ¿Qué significa esto para el megaproyecto de Los vengadores, a estrenarse el año que viene? Todavía es temprano para sacar conclusiones (hay que esperar también cómo rinde Capitán América en un par de meses), pero una cosa es segura: Con imaginar a Thor y a Tony Stark compartiendo pantalla y peleándose constantemente ya se nos hace agua la boca.