Cuarta entrega en solitario del ‘Dios del Trueno’, escrita esta vez por Jason Aaron. Un elenco poblado de estrellas (Chris Hemsworth, Natalie Portman, Christian Bale, Russell Crowe, Tessa Thompson) se une aquí a un director afín a la comedia, Taika Waititi, conocido por el éxito de su subversivo film “Jo Jo Rabbit” (2020). El extraño abordaje emprendido apuesta aquí por una estética colorida, depurando la fórmula cómic de la forma más salvaje un futuro inesperado para una leyenda con nombre propio en el séptimo arte moderno. Con omnipresente música de los imperecederos Guns n’ Roses (<<Sweet Child O’ Mine>>, <<Welcome to the Jungle>>, <<Paradise City>>), el plato parece estar servido para garantizar entretenimiento: se nos presenta una sinfonía visual. Sin embargo, toda espectacularidad que asoma carece de sustento. Pareciera representarse, de manera más abstracta, a un universo Marvel regidor de leyes del cine comercial contemporáneo. No obstante, contaremos más balas gastadas que acertado potencial. El tono caricaturesco, aventurero y ligero se inclina por un estilo de adaptaciones cimentadas que innova en cuestiones de diversidad de género, aunque con poca profundidad por explorar; una superpoblación de subtramas acaban quedando insatisfactoriamente desarrolladas y un viraje hacia instancias serias no inciden en un desarrollo introspectivo favorecedor. El trayecto de «Thor» en la gran pantalla comprende tres películas previas de fantasía, superhéroes y ciencia ficción, pertenecientes al inagotable universo cinematográfico que Marvel ha tramado en paralelo: “Thor” (2011), “Thor: The Dark World” (2013) y “Thor: Ragnarok” (2017), cimentaron un sendero que ha involucrado a directores de gran talla, como Kenneth Branagh (dirigió la primera película), Alan Taylor (se hizo cargo de la segunda) y el citado Waititi (detrás de cámaras en la tercera y cuarta entrega). La trilogía inicial recaudó más de mil millones de dólares, duplicado el presupuesto con el que fuera rodada. Luego de un lustro de silencio, “Thor, Love & Thunder” ofrece el típico show fragmentario y relampagueante que supera las dos horas de metraje en anecdótica narración y rebosantes baldes de pochoclo.