Thor: Amor y trueno nos recuerda que una película de Marvel tiene que ser divertida.
Dirigida por Taiki Waititi (la anterior del Dios del trueno, Thor: Ragnarok, y ganador del Oscar al mejor guion original por Jojo Rabbit), estaba claro que, si él mismo se encargaba, también, de coescribir el libreto de Amor y trueno iba a conjugar la comedia con la acción y la aventura.
Agréguenle al cóctel la presencia de un Chris Hemsworth que se siente tan cómodo y que parece tan relajado interpretando a uno de los superhéroes de Marvel como ningún otro, y que regresa Jane Foster (Natalie Portman), el amor de la vida del rubio pelilargo y ojos azules, y bueno, está todo listo.
Todo listo, todo preparado, como dice el propio protagonista, para “una clásica aventura de Thor”.
Ah, faltaba el villano, que en la piel viscosa, cortada y blanquinegra de Christian Bale es el balance más que perfecto.
Porque Thor: Amor y trueno, como decíamos al comienzo, nos devuelve algo que algunas producciones de Marvel, no es que habían dejado de lado, pero digamos que se habían preocupado más por el entramado, el Multiverso, que por brindar una de acción y risas hecha y derecha.
¿Risas dijimos? Thor arranca la película junto a los Guardianes de la galaxia, que si hay algún grupo de personajes de Marvel que den más para la comedia que ellos, me avisan. Pero luego, cuando Gorr o el Carnicero de dioses (Bale) se ponga precisamente a eliminar a las deidades como venganza por la muerte de su pequeña hija, y tome la necroespada, ahí Thor se las tendrá que ver en serio.
Nah. Es broma.
Mencionábamos la muerte de la pequeña hija de Gorr. Como en ninguna otra película de Marvel, la muerte es tan tangible y real. Sí, en todas las películas de Marvel mueren decenas, y decenas de personajes secundarios y alguno que otro de peso. Pero aquí, la muerte es más cercana y real que nunca. La de la pequeña y el riesgo de muerte que enfrenta Jane.
Porque Jane (ni Jane Fonda ni Jodie Foster: Jane Foster) enfrenta un cáncer y no tiene mucho para sonreír. Hasta que toma un libro sobre mitos vikingos, abre justo, pero justo donde dice que el martillo de Thor, el Mjölnir da vigor y buena salud, porque tiene poderes cósmicos. Pero estaba destrizado, ¿se acuerdan, no? ¿O qué clase de fans de Marvel son?
Y Jane va por él, abandona la quimioterapia (Jane está en la Etapa 4… de 4), y…
No es poco.
Contar más de la trama no tiene sentido, mejor ingresar a la sala y disfrutar de la película, que tiene varios cameos, abundancia de gags, alguna escena a lo Mad Max, música y referencias a los Guns N’ Roses, un tema de Abba, a Thor con los ojos plateados saltando con el hacha Rompetormentas, y a Russell Crowe como un Zeus regordete. Y que está poco a la altura de la deidad.
La escena en la que desnuda a Thor, bueno, es rematada por el humor de Waititi.
Obvio que hay que estar atentos al director neozelandés, que no para de trabajar y que ya avisó que la próxima de Star Wars, que Lucasfilm le encomendó, será muy distinta y que no tendrá a ningún personaje con el apellido Skywalker en su trama.
Por supuesto que hay, no una sino dos escenas postcréditos. Igual, la película no es de las largas de Marvel, y no llega a las dos horas.