Cuando anunciaron que la tercera película en solitario de Thor iba a ser dirigida por Taika Waititi, festejé. No solo por lo que ese anuncio implicaba en términos artísticos para la franquicia y el Universo Cinematográfico de Marvel, sino porque había otra producción del realizador neozelandés para esperar con ansias. Para quien no lo conoce, es el director y guionista de Eagle vs. Shark (2007), Boy (2010), Casa Vampiro (What We Do in the Shadows, 2014) y Hunt for the Wilderpeople (2016); cuatro magistrales “tragicomedias” que lo convirtieron en un cineasta realmente valioso, capaz de integrar sensibilidad y humor, de manera fresca, original y, sobretodo, muy personal. Todo parecía indicar que Thor: Ragnarok se sumaría a su salón de grandes trabajos, pero lamentablemente –y con dolor– debo decir que no.