Antes de siquiera comenzar a contarles algo sobre Thor: Un mundo oscuro, debo confesar que lejos estoy de ser un admirador de la primera película del Dios del trueno. A pesar de los admirables esfuerzos que Kenneth Branagh realizara en 2011, convengamos que Thor es el Avenger más complicado de “vender”: empecemos por el hecho de que es un Dios y que además la mitad del film transcurre en su mundo natal, Asgard, algo con lo que el público seguramente no podrá identificarse. Teniendo todo eso en cuenta, mi acercamiento a la secuela fue por demás cauteloso pero, afortunadamente, esta nueva entrega logró sorprenderme para bien gracias a una historia mucho más entretenida y dinámica que no carga con el peso de tener que contarnos quién es el personaje.
“Algunos creen que antes del universo no había nada. Pero se equivocan. Había oscuridad y ha sobrevivido”, reza el diálogo de Odín (Anthony Hopkins). El prólogo del film nos cuenta que hace mucho tiempo atrás los Elfos Oscuros, liderados por Malkeith (Christopher Eccleston), libraron una batalla contra Asgard para apoderarse de una poderosa arma llamada “Aether”, que tenía el poder de destruir el universo entero cuando los nueve reinos estuvieran alineados. Pero el ejército de Asgard frustró los planes de Malkeith, quien huyó y luego escondieron el Aether donde nadie pudiera encontrarlo.
Volvemos al presente y vemos a Thor (Chris Hemsworth) muy ocupado poniendo orden en los nueve reinos. El Dios del trueno parece estar en su mejor momento: comienza a ganarse la admiración de su pueblo y hasta se prepara para suceder a su padre en el trono de Asgard, aunque la felicidad no es completa por no poder contar con su amada Jane Foster (Natalie Portman). Mientras tanto en la Tierra, Jane, gracias a unas alteraciones en la física causada por el alineamiento de los nueve reinos, liberará un antiguo mal que provocará una cadena de eventos que permitirán el regreso de Malkeith para terminar lo que alguna vez comenzó. Para evitarlo, Thor deberá unir fuerzas con su carismático medio hermano Loki (el genial Tom Hiddleston), quien a su vez se sabe que puede traicionarlo en cualquier momento.
A diferencia de la primer película, Thor: Un mundo oscuro se desarrolla más en la Tierra que en Asgard, más precisamente en Londres, que cumplirá un rol decisivo en la historia (léase el escenario de la gran batalla final). Sin embargo, el poco tiempo que pasamos en el mundo de Thor lo disfrutamos gracias a un increíble diseño de producción que combina lo nórdico-medieval con lo más avanzado de los mundos futuristas creados por la ciencia ficción. Aquí el director Alan Taylor se da el lujo de no escatimar en gastos para introducirnos en un mundo mucho más rico desde lo visual al que a uno le da pena que lo destruyan en solo un par de escenas.
Más allá de una historia atractiva, los grandes efectos y todo el humor que suele imprimirle Marvel a sus productos, la película se resume a la tirante/cariñosa/complicada relación entre Thor y Loki. Como buenos hermanos (o peor aún, medio hermanos) ambos tienen su duelo retórico e ideológico durante gran parte de su tiempo juntos en pantalla y, a nivel narrativo, es un gran acierto obligar a Thor, forzado por la coyuntura de lo que sucede, a hacer esta alianza que en cualquier momento puede jugarle en contra. Ahora que Loki ya no es el villano principal, Tom Hiddleston despliega todo su carisma y demuestra por qué, aunque suene paradójico, es el villano más querido de todo el universo cinemático Marvel.
Por si a esta altura todavía queda algún trasnochado que no sabe que debe quedarse para los títulos finales y no salir huyendo de la sala esto es para él/ella. Thor: Un mundo oscuro tiene la particularidad de ser la primera película de Marvel en contar con dos escenas durante los títulos finales aunque, por supuesto, una es mucho más importante que la otra: sin spoilear nada debo decir que la escena más relevante presenta a un personaje (un villano) que veremos en Guardianes de la galaxia, el cual recibe un objeto muy importante para él. La segunda, mucho menor en importancia, ocurre entre Thor y Jane Foster y se trata de darle un cierre a algo que había quedado pendiente durante el film.
Thor: Un mundo oscuro, afortunadamente, supera a su predecesora en absolutamente todos los aspectos al ofrecer una historia dinámica y entretenida en todo momento. Pero lo más importante es que, en vez de mostrarnos un mundo diferente, nos muestra qué es lo que lo hace único dentro del universo Marvel.