A la nueva “Thor” la sostiene la técnica
Lo mejor del primer Thor, dirigido insólitamente por Keneth Branagh, era el contraste entre este hijo de Odin con su martillo todopoderoso y la gente común de aquí abajo en la Tierra, que lo veía destrozar todo con tal de defender al bien. El encuentro entre Thor y nuestro planeta provocaba una muy buena mezcla entre superacción y comedia de "pez fuera del agua".
Pero en esta nueva Thor las cosas no son siempre tan divertidas, porque más allá de las diferencias argumentales, la elección de Inglaterra como sitio para la acción de las escenas terrícolas no ayuda demasiado, ya que entre la frialdad de la gente de Asgar y la británica, finalmente no quedan muchos matices..
Luego, la verdad es que dado el generosísimo presupuesto y el carisma del héroe nórdico de la Marvel sumado al de sus familiares, el padre Odin y el hermano malvado, Loki- el guión se toma demasiado tiempo antes de que el martillo comience a hacer estragos en distintos rincones del universo.
La historia es totalmente delirante, con elfos negros y cosas raras de todo tipo, pero sirve para que, por una vez, Thor pueda unir fuerzas con el alocado Loki, ya que ambos deciden vengarse juntos de quienes atacaron a su madre. Chris Hemsworth hace perfecto su papel de dios del martillo, pero en cambio la interacción romántica con Natalie Portman es realmente muy poco picante, mientras que por otro lado, Anthony Hopkins se toma demasiado en serio su papel de Odin, lo que además implica que cada vez que aparece en su trono haya que aguantar largos diálogos altisonantes no especialmente interesantes.
Claro que cuando la película explota, lo hace con todo, y si bien hay que esperar casi una hora para que las cosas se pongan realmente fuertes, vale la pena. Sobre todo, porque el 3D está concebido para que la ensalada de explosiones cósmicas, seres fantásticos, viajes interplanetarios y todo lo demás (incluyendo por supuesto el dichoso martillo) realmente provoquen un fuerte impacto en el espectador.
El que roba cada escena es Tom Hiddleston, como el terrible Loki. Y el que aporta humor y talento al por mayor es Stellan Skarsgard en un personaje toalmente lunático que sirve para rellenar las partes no tan entretenidas de la película.