LA SEGUNDA VENIDA
Narrativa y visualmente más ambiciosa que la primera parte, THOR: UN MUNDO OSCURO (THOR: THE DARK WORLD, 2013) tiene un lugar más que merecido entre lo mejor de Marvel. Como los portales entre mundos que aparecen en el film, la película viaja del dramatismo a las risas en forma casi instantánea, pero orgánica. Y lo que es muy importante: siempre sorprende. Llena de momentos inesperados y visualmente impactantes, la historia de esta secuela empieza con Thor (Chris Hemsworth) en plena batalla, tratando de detener el caos generado por la rotura del puente Bifröst en la primera parte. Cuando todo parece estar en orden en los Nueve Reinos, surge un nuevo problema en Midgard (o sea, la Tierra): investigando unas anomalías gravitacionales, Jane Foster (Natalie Portman) queda involucrada en un suceso que podría significar el despertar de una peligrosa raza que se creía extinta: los Elfos Oscuros, liderados por el malvado Malekith (Christopher Eccleston). Entonces, Thor buscará a Jane para llevarla a Asgard y ayudarla: el esperado reencuentro de la pareja es uno de los motores de la trama, aunque quizás podría haberse explorado más el triángulo con Sif (Jaimie Alexander). Y así como el rubio del martillo estaba medio perdido en ese pueblito polvoriento en la película anterior, aquí es Jane quien sufre el shock al conocer el mundo de los asgardianos.
Hay otra relación que hace avanzar la trama: la de Thor y su hermanastro Loki (Tom Hiddleston), quien al inicio del film está aprisionado luego de la invasión a Nueva York. Sin embargo, el guión se las arregla para presentar motivos más que válidos para justificar su liberación y para obligar a que ambos personajes se unan. Y entonces sí, arranca el Lokifest: Hiddleston entrega otra gran actuación (la mejor de la película) con la que aprovecha todo lo que un personaje tan complejo y ambiguo tiene para ofrecer. Loki provoca risas con la misma facilidad con la que se hace odiar y es totalmente impredecible: al igual que los demás personajes, el espectador no puede descifrar los planes de Loki, lo que genera un suspenso creciente ante una posible traición.
Claro que THOR: UN MUNDO OSCURO no es perfecta. La única sub-trama, la que sucede en la Tierra (con Darcy y el Dr. Selvig), es floja en comparación con la aventura principal y, aunque influye en el desenlace, sólo aporta unas cuantas risas. El guión, además, se explica a sí mismo demasiado en algunos momentos, pero no lo hace cuando sí es necesario. Por ejemplo: Odín (Anthony Hopkins) relata la historia de los Elfos Oscuros DOS veces, una al principio del film con voz en off y después a Jane. Pero cuando necesitamos más data, como para entender un poco mejor el experimento de Selvig con las varillas locas al final, nos quedamos con las manos vacías.
Pero son cuestiones menores que quedan diluidas: además de lo aspectos positivos ya mencionados, en el film brillan un par de momentos de originalidad en cuanto a lo narrativo (aspecto en el que los films de Marvel son bastante simples), como una escena en la que se da un ida y vuelta entre el pasado y el presente (con los personajes discutiendo un plan de acción y después ejecutando ese plan). También se destaca el enfoque insólito y asombroso buscado para la batalla final, en la que se ve [CUIDADO, SPOILER, SELECCIONÁ EL TEXTO PARA LEER] a Thor y a Malekith luchando en distintos mundos mientras atraviesan por sucesivos portales [FIN DE SPOILERS]. Como puede verse, el dios del Trueno ha regresado en buena forma y sus rayos funcionan a modo de electro-shock nérdico: después de la decepcionante IRON MAN 3, recuperamos la fe en Marvel.