Por el poder del martillo
Gracias a un excelente manejo de efectos especiales, un guión aceitado e ideas ágiles, focalizadas en divertir y sorprender (en la versión 3D, cuidado con el martillo de Thor), el director Alan Taylor, ducho en el trabajo de series como Games of Thrones, convirtió a este film en un hijo bastardo y lúcido de El señor de los anillos. Sí, la obra de Tolkien se nutre de mitos nórdicos, el país de Thor, pero Taylor hizo del personaje una especie de He-Man, nacido para proteger Eternia. En Un mundo oscuro, el reino de Asgard se ve amenazado por el elfo Malekith, que pretender recobrar un néctar mágico, el aether, que lo vuelve invencible. En tanto, Odin (Anthony Hopkins) decide legar su cetro a Thor (Chris Hemsworth), a expensas del reclamo del perverso Loki (Tom Hiddleston), mientras en el Londres contemporáneo, Jane (Natalie Portman) espera alguna pista del amante vikingo. Lo mejor de la película es el cruce entre ambos mundos, como cuando Thor toma el tube londinense para llegar a Greenwich, o cuelga el martillo de un perchero en el departamento de Jane. Sin duda, una de las mejores adaptaciones de Marvel.