El retorno del Dios del Trueno
Marvel sigue en su planeado rumbo dentro esa ruta llamada Fase 2 con Thor: Un Mundo Oscuro (Thor: The Dark World), la secuela del film estrenado en el 2011 que ahora se encargará de poner en jaque nuevamente al Dios del Trueno y a los suyos en una batalla contra los poderosos Elfos Oscuros, cuyo resultado definirá el futuro de los nueve reinos.
Alan Taylor, director destacado en Game of Thrones y otras series para televisión, tomó el lugar que dejó Kenneth Branagh en la silla de realizador. Marvel sigue intercambiando figuritas pero no las cambia al azar, siempre hay una intención de respetar ideas y principalmente de “despabilar” sus franquicias. Iron Man 2 fue la película más floja de la Fase 1 y había en la dirección de Jon Favreau cierta pereza al apostar un all-in por la clásica ecuación de repetición de fórmulas y meter más espectacularidad. Recordemos que en Thor había un excelente aprovechamiento y desarrollo de ese ser despojado de poderes y privilegios (pero que había vivido todo una vida con ellos) en un planeta donde era un paria totalmente desconocido. Ahora con Thor: Un Mundo Oscuro hay en parte cierta reproducción de ese juego de realidades contrastantes de un planeta reinado por dioses y el otro plagado de simples mortales (obviamente ese fenómeno se da más que nada cuando Thor vuelve a la Tierra) pero al elevar y potenciar a la fórmula con autoconciencia termina funcionando por consonancia y no por repetición.
La elección de Chris Hemsworth para encarnar al todo poderoso Dios del Trueno fue acertada y la de Natalie Portman como partenaire romántico es brillante. El actor que también brilla en Rush: Pasión y Gloria (que se encuentra en las carteleras nacionales) consolida su mejor interpretación. Esa montaña de músculos y carisma se encuentra en su momento de gracia. Cualquier frase resulta simpática y creíble y obviamente que su escandalosa facha no resulta indiferente a ninguna platea. Si sigue en este camino el recambio de los grandes héroes de acción tendría en Chris un solvente candidato. Bueno, y de Portman no hay que explicar demasiado ya que parece estar todo dicho. Esa sonrisa es magnética y la tiene tan clara que explota cada gesto a la perfección para volverse siempre hermosamente adorable. Esa gran frente es la antesala al rostro más dulce que tiene Hollywood en la actualidad.
Promediando su metraje, cuando se realiza la invasión a Asgard por parte de los Elfos oscuros liderados por Malekith (un serio Christopher Eccleston que sólo sirve como una mera conexión con la mitología de Asgard), Thor: Un Mundo Oscuro entra en un bache por la obviedad de su historia y también por presentar la narración del conflicto de manera algo apresurada. El hecho de tener que “contar y desarrollar” de nuevo el romance entre Thor y Jane Foster por momentos desvía el foco. Pero es allí cuando entra en acción Loki, el verdadero villano del film (y de ahí se entiende la seriedad y parquedad de Eccleston), para levantar la película justo en su momento más crítico. Es que Tom Hiddleston entendió absolutamente todo. Su simple presencia captura nuestra atención y su timing cómico en los diálogos con su hermano (destacando también que Hemsworth no es ningún negado en este apartado) y con los demás integrantes del cast representan su fuente de energía. Allí se alimenta, se propaga y crece ante cada intervención para adueñarse totalmente de la parte final de Thor: Un Mundo Oscuro. La gran secuencia final, cargada de humor y espectaculares peleas son el desenlace perfecto para una secuela que demuestra que el retorno del Dios del Trueno fue mejor de lo esperado. Las DOS escenas post créditos vienen perfecto para ir palpitando el futuro de las nuevas franquicias. Bien por Marvel y desde acá deseamos que siga por esta senda plagada de grandes películas.