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Christian Pauls encuentra en una foto la excusa perfecta para retratar Tiburcio, el pueblo de su infancia y trabajar sobre la memoria y los orígenes.
El detonante es una foto con una particularidad, está rota. En la imagen se encuentra su abuela y un hombre cuya cabeza ha sido cortada con cuidado. El encuentro entre el director y esta foto parece pedir atención a gritos luego de estar encajonada por años y allí comienza la búsqueda.
Un mapa del pueblo, la foto y una pregunta ¿quién es ese hombre? En el recorrido entrevista personas que conocían a su abuela, típicos habitantes de pueblo chico que saben todo de todos. Durante las entrevistas se evidencian varias inquietudes: por un lado la foto, por otro lado el alma del pueblo a través de sus habitantes y por otro la pregunta sobre el mismo y qué recuerdan sus vecinos sobre los momentos en los que él estaba en el pueblo.
Tiburcio (2018) es un documental sencillo, quizás por momentos pareciera indagar de forma punzante en lugares dolorosos para sus entrevistados, casi buscando el golpe bajo con la música de tono melancólico de fondo. Pero al mismo tiempo es un sentido homenaje.