Una vez más, los traumas que provocan los conflictos bélicos son el disparador de una película de un director estadounidense. En esta oportunidad, la idea original era reunir a John Travolta con Nicolas Cage para revivir los buenos resultados de la dupla en Contracara , de John Woo. Finalmente, el escogido para acompañar a Travolta fue Robert De Niro.
A sus 70 años (11 más que Travolta), De Niro empieza a despedirse de este tipo de roles con alta exigencia física (de todos modos, esta vez su performance en ese sentido es admirable). Sería aconsejable que, independientemente de esa cuestión, eligiera mejor sus trabajos, en honor a una carrera llena de momentos de gloria (basta con recordar sus papeles en Toro salvaje, Taxi Driver, El padrino II o, más cerca en el tiempo, Analízame ). Travolta tiene una carrera más despareja y, de hecho, en esta película le toca en suerte el papel más exótico: el de un soldado de origen serbio sediento de venganza luego de la sangrienta intervención del ejército norteamericano en la guerra de Bosnia, que se inició en 1992, duró casi tres años y provocó unas 100.000 víctimas, entre civiles y militares, y cerca de dos millones de desplazados de ese territorio que perteneció durante años a la ex Yugoslavia.
Obvia y explícita hasta la médula, la película lleva al enfrentamiento entre sus dos protagonistas al terreno de la cacería: un bosque donde el objetivo inicial, los animales, cambia rápidamente por uno nuevo y previsible, ese militar retirado encarnado por De Niro que vive en soledad, lejos de la ciudad, para olvidar las miserias de las guerras en las que estuvo involucrado. La película es un muestrario desinhibido de crueldades y sofisticados -y otros no tanto- métodos de tortura con resoluciones dramáticas bizarras que, sobre todo en la última media hora, aniquilan la tensión y el verosímil. Un par de veces, mediante ampulosos flashbacks , el director Mark Steven Johnson (que ya había dado muestras de mediocridad en Daredevil y Ghost Rider ) nos introduce en la violencia injustificable de una guerra.
Lo paradójico es que el recurso que articula su nueva película, el que estructura los momentos de mayor intensidad, es justamente el que nace a partir del impacto que genera el pequeño catálogo de atrocidades de Tiempo de caza , un auténtico paso en falso de dos estrellas experimentadas que necesitan con urgencia un mejor mánager.