Summertime
Con las luchas por la emancipación de los años setenta como telón de fondo, Catherine Corsini retrata de una forma directa, personal y conmovedora el romance entre dos mujeres atravesado por sus diferencias sociales: por el abismo entre París y el interior profundo de Francia, por la diferencia entre la joven que reflexiona sobre su condición y la que vive su instinto.
Delphine está tensionada entre su amor por el campo y su deseo de liberación: vive con su padre, trabaja la tierra y mantiene en secreto su evidente atracción por las mujeres. Para emanciparse de las ataduras familiares y ganar independencia económica, Delphine se instala en París y logra seducir a la bella Carole que está insatisfecha en su relación con un amable joven de izquierdas. La escritura de la película es inteligente, pero la puesta en escena no siempre está en el mismo nivel, sobre todo en algunas secuencias de manifestaciones colectivas que carecen de la sustancia necesaria para hacer sentir la materia viva de un periodo. Philiphe Garrel hay uno solo. Corsini intuye esta dificultad y abandona rápidamente el retrato colectivo para centrarse en la historia de amor. Las grandes luchas teóricas se funden en una cotidiana y pragmática: vivir la homosexualidad en las zonas rurales.
La película vibra con los vaivenes emocionales de una epopeya melodramática en la que los afectos están enredados con las opciones de vida. La apasionante historia de amor entre Delphine y Carole está iluminada por las dos bellas actrices que la encarnan: Izia Higelin y Cécile de France. La cámara de Corsini acaricia la anatomía e indaga las líneas de unión: la gracia infinita de sus cuerpos simboliza maravillosamente el deseo de liberación.