Bajo al dirección de Catherine Corsini, Tiempo de revelaciones (La Belle saison, 2015) es una película que contrapone el “deber ser” con lo que realmente se quiere, a través de una relación entre dos mujeres en la década del ´70.
Delphine (Izïa Higelin) vive en una zona rural donde ayuda con las tareas de la granja familiar. Sus padres están ilusionados con la idea de que se case con un joven que la pretende, pero desconocen que ella siente atracción por las mujeres. Buscando un cambio en su vida se muda a la ciudad de París, allí conoce a Carole (Cécile de France), una joven que integra un grupo de activistas que luchan por los derechos femeninos. Carole está en pareja con Alexandre desde hace años, sin embargo, la cercanía con Delphine comienza a hacerla dudar sobre los sentimientos. Hasta el punto de separarse de su novio y comenzar una relación amorosa.
Corsini elige una historia puntual enmarcada en un contexto en el que las mujeres intentaban tener los mismos derechos que los hombres. En esa dirección, las protagonistas se animan a vivir lo que sienten, pero tomando el resguardo de no hacerlo visible. No tanto Carol, quien se lo comunica a su pareja, sino Delphine, ya que no se atreve a contárselo a sus padres. Más si se tiene en cuenta que el ámbito rural está dirigido casi absolutamente por hombres.
Los sentimientos encontrados son uno de los principales ejes de Tiempo de revelaciones. Porque el público percibe tanto lo que sienten los personajes principales como aquello que el entorno espera de ellas.
La película muestra escenas de la intimidad de Delphine y Carole que no suma demasiado al argumento, salvo que le aportan realidad. Están, pero podrían no estarlo y el film no cambiaría. Vale aclarar que se nota la mirada de la dirección de una mujer en cada una de esas imágenes.
Animarse a vivir lo que se siente o hacer lo socialmente correcto. Ese es el enigma que expone Corsini en Tiempos de revelaciones. Una incógnita que atraviesa a gran parte de la sociedad.