Este thriller fantástico parte de una idea interesante que termina opacada por el exceso de diálogos explicativos.
La relación entre Franco (Guillermo Pfening) y Julia (María Nela Sinisterra, atención a esta bomba colombiana, y no por sus dotes actorales) parece estar en su mejor momento: son jóvenes, bellos, están enamoradísimos, les va bien en sus trabajos. Pero a ella algo la atormenta: tiene pesadillas y actúa misteriosamente. Su intempestiva muerte, en un accidente de tránsito, llevará a Franco a investigar sus últimos pasos, a instancias del mentor de su novia, el viejo periodista Luis Ayala (Luis Luque).
El guión del primer largometraje de Víctor Postiglione -ayer también estrenó el corto El plan, dentro de Historias breves 12- ganó el concurso de operas primas del Incaa. La historia tiene su atractivo: empieza como un thriller convencional, va incorporando ribetes fantásticos y consigue generar intriga, con un final inesperado, capaz de despertar preguntas y discusiones.
Pero en esto último también está la mayor debilidad de Tiempo muerto. Porque la interesante idea de la que parte es un tanto enrevesada, y para poder desarrollarla con cierta claridad, Postiglione se ve obligado a incluir largos diálogos explicativos que enturbian la dinámica y hacen que el suspenso se pierda mientras intentamos procesar toda la información que acaban de darnos. Diálogos que, además, a los actores les cuesta hacer creíbles: Pfening y Luque están lejos de sus mejores trabajos. Y la película también sufre un mal frecuente en las coproducciones -en este caso, con Colombia-, donde la mezcla de acentos es justificada con fórceps y termina conspirando contra el fluir del misterio.