Dirigida por Víctor Postiglione, Tiempo muerto (2016) no es una película romántica, claramente. Pero en ella se refleja lo que un hombre es capaz de hacer por ver una vez más al amor de su vida. Guillermo Pfening y Luis Luque protagonizan un film que combina el género fantástico con el policial, algo que no está demasiado desarrollado en el cine argentino.
Franco (Guillermo Pfening) y Julia (Maria Nela Sinisterra) son una pareja que lleva varios años juntos. Todo transcurre con normalidad hasta que ella muere en un accidente. La terrible situación produce una profunda tristeza en él, quien no encuentra consuelo. Y en ese escenario aparece Ayala (Luis Luque), un amigo del padre de Julia que considera que existe la posibilidad de que la hayan asesinado. A partir de ese momento los dos comienzan a averiguar qué pudo haber ocurrido, y Franco se contacta con un hombre que tiene la capacidad de conceder “tiempos muertos”: volver a vivir un recuerdo con la persona fallecida.
Postiglione expone una temática que capta la atención del público desde los primeros minutos. Y la necesidad de saber cómo va a finalizar la historia es lo más atractivo. Quizás le faltan recursos fílmicos que acompañen el relato (en algunos momentos la imagen se asemeja a la televisiva), y que hubieran sido una herramienta para ilustrar lo que se cuenta, pero el argumento es suficiente para compensar esa ausencia.
A través de sus gestos, silencios y miradas, Pfening demuestra una vez más que está a la altura de un protagónico. Y junto a Luque llevan el ritmo de una historia basada en los diálogos que mantienen sus personajes. La interpretación de Sinisterra es correcta, porque aunque no sobresale, tampoco desentona.
El film de Postiglione tiene una buena idea de base. Y como ocurre con todas las películas se puede debatir sobre la forma en la que la desarrolla, pero el propósito de inmiscuirse en lo fantástico ya es rescatable.
No sólo los amantes de los fenómenos paranormales y aquellos que creen en la existencia de vidas pasadas encontrarán atractivo el argumento. Porque Tiempo muerto no pasa desapercibida y genera la necesidad de seguir reflexionando sobre lo que muestra después de retirarse del cine.