En las antípodas de Graba, o de Abrir puertas y ventanas, Tiempos menos modernos de Simón Franco finalmente obtiene el premio máximo en Pinamar.
Balance de Oro a la mejor película tras la votacion de público y los críticos esta ópera prima, realizada por un patagónico, con protagonista tehuelche y temática sobre los medios de comunicación resulta una sorpresa fresca e inteligente (sobre todo esto último) narrada estupendamente por este cortometrajista que vuelve al tema y a su protagonista en un corto del 2004.
Como Taretto en Medianeras, Tiempos menos modernos tambien proviene de un corto. Interesante fenómeno que habrá que analizar en algún momento. Siendo tambien que el segundo premio de Pinamar para El dedo, dirigido por Sergio Teubal, tambien cortometrajista.
Tiempos menos modernos parte de aquel concepto de Chaplin que puede parecer obvio: la modernidad altera nuestra vida cotidiana. A esto, insoslayable y evidente, se le agrega una ubicación, un tiempo del relato y sobre todo, un tipo de protagonista que le da a la película de Franco una dimensión crítica a la vez que divertida.
Y ahi precisamente radica su inteligencia.
Payaguala es un tehuelche que tiene su chacra, con ovejas y una buena porción de campo en el límite con Chile. Es tiempo de liberalismo menemista y su propiedad se ve amenazada por la llegada de vecinos canadienses, la probable instalacion de una mina y algún que otro cuatrero. En el medio de todo esto, le llega a Payaguala, una caja que contiene una TV con transmisión satelital, perteneciente a un plan del gobierno.
La tele, primero resistida, se irá metiendo en la vida de Payaguala alterando sus gustos, las actividades del día y provocando un antes y un después en su vida.
Hay cosas que aparecen al pasar: la relación con un hombre que contrata turistas extranjeros y lo contrata como cantante "exótico", la relación con una mujer que lo abandona, la propiedad de la tierra de los pueblos aborígenes. Pero en el centro está la relacion de Payaguala con ese aparato que genera adicción y a su vez un adormilado estado de resignación.
La película de Franco tarda en arrancar: una serie de planos largos que ocupan unos cuantos minutos del comienzo parecen ir en una dirección no muy prometedora, pero cuando llega su amigo chileno la película toma un dinamismo que no para hasta el final: una serie de programas de TV mostrados a modo de zapping, especialmente hechos para la película: una especie de Gran Hermano, una telenovela con el estilo de los años 90.
Aunque no tuvo la mejor proyección en la sala Oasis de Pinamar, y se perdieron los colores de los cambios de estación, es muy merecido el premio a este film patagónico en coproducción con Chile que se estrenará por ahora solo en el Gaumont a fines de marzo.
También recibió el PREMIO EGEDA (ENTIDAD DE GESTION DE LOS DERECHOS DEL PRODUCTOR AUDIOVISUAL) AL PRODUCTOR DE LA PELICULA GANADORA DEL PREMIO BALANCE DE ORO, TIEMPOS MENOS MODERNOS, CONSISTENTE EN 6000 EUROS.