De cómo se contamina hoy cualquier paraíso
Esta fábula patagónica se abre con una canción del propio protagonista, Oscar Payaguala, cuyo estribillo protesta retóricamente «¿500 años de qué, de qué?». Con similar retórica se le podría decir «de caballos, ovejas, guitarra española, etcétera». Todo vino en un mismo paquete, las cosas buenas y las malas. Y otro paquete similar le viene ahora a su personaje.
Hasta ese momento, dicho personaje ha vivido tranquilo en el campo. Hosco, desconfiado, como sus ancestros indios, y socarrón como buen criollo, no se lleva bien con el negocio turístico de sus vecinos ni con la avanzada de geólogos de una empresa extranjera. Pero es amigo de un joven chileno hábil para los negocios. Y es éste quien se interesa por un cajón que tiempo atrás un programa de integración nacional para gente de fronteras le envió de regalo a nuestro paisano. El pícaro se interesa, abre el cajón, descubre que trae un televisor con antena satelital y todo, y lo instala. Los regalos hay que aprovecharlos, explica. El otro lo mira. ¿Para qué quiere semejante cachivache tan enorme? El nunca lo necesitó. No sabe la que le espera.
Por ahí va la mirada. Las necesidades innecesarias, nuevas formas de «colonización», el acostumbramiento, en fin, para colmo con un agravante. En viejos tiempos, los abuelos terminaban el trabajo y se iban a casa a escuchar por radio «Chispazos de tradición» o el «Glostora Tango Club». Ahora este gaucho interrumpe su trabajo para ir corriendo a ver una telenovela venezolana. Es gracioso verlo encariñado con la estrellita rubia, preocupado por los conflictos de esa historia lejana, y entretenido con los comerciales. Si hasta se compró un reloj pulsera, porque ahora su ritmo no está más condicionado por la naturaleza, sino por los horarios de los programas.
Pero lo gracioso deja de serlo cuando advertimos que, en escala similar, a nosotros hace rato que también nos pasa algo parecido. Sin ser la octava maravilla ni mucho menos, la película resulta entonces un atendible llamado de atención sobre esa clase de asuntos, y da pie a varias reflexiones.
Nombres a considerar, el novel director Simón Franco, el periodista y folklorista sureño Oscar Payaguala, y el actor chileno Nicolás Saavedra. Otras películas sobre la intromisión de nuevos mundos en un tranquilo paraíso, «Y se hizo la luz», de Otar Iosselani, ambientado en una aldea africana, y «Urga», de Nikita Mijalkov, en plena Mongolia, donde la nena de unos pastores toca como tema regional un pasodoble aprendido en la tele.