Tras los pasos de la Virgen
El filme de Juan Manuel Cotelo, con contenido religioso, no demasiado logrado.
A esta altura, puede decirse que el español Juan Manuel Cotelo es un especialista en realizaciones audiovisuales de temática religiosa. Cobró notoriedad en 2010, cuando su documental La última cima, sobre la vida del sacerdote Pablo Domínguez Prieto, se convirtió en un inesperado éxito de taquilla en España. Le siguió la serie Te puede pasar a ti, en la que el propio Cotelo entrevista a gente alejada de la religión que terminó convirtiéndose al catolicismo. Después su productora, Infinito más uno, editó un disco de villancicos. Su última obra es Tierra de María, que básicamente consiste en entrevistas a personas de distintos lugares del mundo que experimentaron manifestaciones de la Virgen María.
Además de cineasta, Cotelo es actor y estudió periodismo. Aquí pone en juego los tres oficios: él entrevista a los creyentes presentándose como "El Abogado del Diablo", como parte de una investigación ficticia en la que están enmarcados los testimonios, y que incluye una "video-Biblia no autorizada, para quien no tenga tiempo de leer la Biblia sí autorizada", con actores interpretando a Dios, Satán y otros personajes bíblicos.
Ese comienzo humorístico se va diluyendo. Y, a través de las palabras de una ex modelo arrepentida de haberse practicado un aborto, un médico arrepentido de haber practicado abortos, o una ex cantante de los casinos de Las Vegas con esclerosis múltiple, la película se transforma en una suerte de propaganda de la Virgen. Se tiene fe o no: en ese sentido, los testimonios son irrefutables, y probablemente resulten atractivos para los religiosos (sobre todo, para los católicos y adherentes a otras ramas del cristianismo). Pero al no tener matices -lo de "El Abogado del Diablo" era una buena idea, pero queda en un título nominal- carecen de interés para los agnósticos o practicantes de otros credos. Y terminan siendo tan contraproducentes como el timbrazo de un testigo de Jehová un domingo a la mañana.