“Tierra de María”: Vacía eres de gracia
¿Qué es la religión? ¿Qué es el catolicismo? ¿Qué es la palabra de dios? ¿Qué son los mensajes divinos? ¿Vienen del más allá o realmente están acá? ¿Existen? Muchas de esas preguntas viven girando en la cabeza de cualquier persona que se plantea a la religión como un problema, pero todo puede resumirse por medio de una sola respuesta de una sola simple palabra con dos letras: fe. Sí, creer que el hombre y las cosas existen porque sí y porque si no se obtiene una respuesta a todos los milagros de la creación, puede venir luego la frustración personal. Y por eso, se necesita tener fe, sea cual sea, para seguir con la vida.
“Tierra de María”, la nueva película española de temática católica, lamentablemente no se realiza cuestiones de este tipo sino que se encarga de ser protagonista de una de las dos partes: la que alimenta a la fe y a todos los seres divinos que giran alrededor de un único dios. El relato nos sumerge en el camino de un chistosito muchacho llamado Juan Manuel Cotelo (director, guionista y actor), a quien le encomiendan una tarea. Él dice ser el “abogado del diablo” y a partir de ahí, sale a comprobar la existencia de la virgen María a través de la investigación de distintos casos. Sin vueltas y sin ficción, sale a buscar esos testimonios sobre apariciones de la virgen en diferentes lugares del mundo alrededor de todos los continentes. Resulta raro que al ser éste un abogado del diablo, no salte a defender al mal, a contradecir a sus entrevistados o a buscar contrarrestar el poder divino. Pero como eso no sucede, el film consecuentemente se transforma en un gran sermón armado por Cotelo.
Claro que es bueno tener algo en qué creer, pero lo principal tiene que pasar por creer en uno mismo. A los religiosos, Dios les sirve como lugar de apoyo y de sostén para encontrarse con uno mismo y así analizar cuáles son sus errores (pecados), saber cuáles son sus objetivos en la vida (rezos) y aprender a valorar las cosas (dar las gracias). ¿De qué manera? Manteniendo una rutina todos los domingos. Pero por el contrario, a los no creyentes una misa no les hace falta.
Más allá de cuál sea la postura que tome cada uno, hay que admitir que como archivo para un museo, cuestión que las generaciones futuras puedan tenerla, la película es una genialidad. Sin embargo, para el cine actual, no. Aunque quizás sí para algún canal de televisión.
Si a alguno este título le generaba cierta intriga o al menos le había creado algo de expectativa por haber tenido éxito en su país de origen y además por el hecho de que quizás trataba un tema culto/religioso desde un enfoque interesante, lamento informarles que se van a frustrar e indignar tras verla. Pero por el polo opuesto, los religiosos que quieran renovar su fe y realmente estén orgullosos de serlo, están felizmente invitados a verla. Las monjas, chochas. Les va a encantar y van a salir con el pecho inflado de fe de la sala. Amén.