Solanas, un más calmo fiscal de la República
La estructura es algo irregular, el narrador, el propio Pino Solanas, está más calmo que otras veces. ¿El viejo luchador empieza a cansarse? Difícil. Afloja el ritmo, pero sigue firme en su puesto de fiscal de la República. Y nadie como él, todavía, para tensar registros de batallas campales entre balas y gomeras, volcar su simpatía natural en las entrevistas familiares, recordar pautas de la Gran Argentina, o refregar material de archivo (Néstor Kirchner celebra en el Congreso la privatización de YPF, Manzano asegura «el dinero que de esto surja irá para los jubilados», etcétera).
Luego de «Tierra sublevada: oro impuro», sobre los permisos de explotación abusiva de minerales a cielo abierto, Solanas denuncia los permisos de explotación petrolera y gasífera, que a su juicio siguen y profundizan la política económica del 90, ya que ningún contrato fue denunciado, y algunos ya se renovaron a 40 años sin siquiera un llamado a licitación. Lo dice y lo rubrica, dispuesto a discutir. Lo suyo siempre es para sentarse a discutir, como «La próxima estación», sobre el actual desmantelamiento de los trenes.
Pero también, como en «Argentina latente», evoca mejores tiempos y muestra ejemplos, como los técnicos, obreros y científicos de «la familia ypefera» que aún mantienen el orgullo y la mística de la YPF fundada por el general Mosconi. «No te daban un lápiz nuevo si no entregabas el cabito del viejo», recuerda alguien admirado. En climas extremos, sentían que estaban haciendo patria. Desde el sur más lejano y ventoso hasta la selva norteña, evocan su funcionamiento, señalan nuevos males que nadie controla (por ejemplo, las piletas de deshechos que desbordan por los cañadones hasta el rio Neuquén) y siguen trabajando. Así, el conductor de la Unión de Trabajadores Desocupados organiza labores y también actividades recreativas, una capataza impone disciplina laboral a los chicos borrachines, un cacique indio emplea su propio pocito de petróleo en el fondo de las casas, la abogada enfrenta al juez, ex apoderado del PJ. Con ellos, una ecologista mapuche que le ganó un juicio a Repsol, los guardabosques enfrentados a la firma petrolera que usufructúa el Parque Nacional Calilegua pese a la Ley de Bosques, el médico rural, etcétera. Alguien muestra su mayor orgullo: una foto que el general Mosconi le regaló a su padre. Y Solanas remata con un solo dato: la empresa estatal de petróleo de Noruega es uno de los mayores fondos de inversión de todo el mundo. ¿Será que son noruegos?