Tigre

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

EN LAS AGUAS DEL DESEO Y LO REPRIMIDO

Con los cambios de clima, las sudestadas y las crecidas del río, lo censurado sale a flote. De eso se trata Tigre, la ópera prima del dúo de directores Ulises Porra y Silvina Schnicer. El film se encuentra filmado íntegramente en el Delta del Tigre, repleto de paisajes, sonidos, colores y una atmósfera particular que transporta a las aguas de uno de los deltas más anchos del mundo.

La película trae la historia de una familia, deshecha y rearmada con un grupo heterogéneo de integrantes, que se instala en su casa del Tigre ante el peligro de un nuevo emprendimiento inmobiliario que amenaza con comprar dicha propiedad y disponer de ella a su antojo. Para tal propósito, la madre del clan, Rina (gran interpretación de Marilú Marini), se dispone a pasar cinco días en la cabaña isleña, sobrepasada de autorreflexión, introspección y nostalgia por un pasado que parece que se ha marchado para no volver. Dentro de su pasado traído al presente, se encuentra su hijo Facundo, que también se ha instalado en la isla, y quien parece no haber sanado las heridas de un pasado familiar que retorna inestable y con fuerza, al igual que las subidas y bajadas del río que los circunda.

Otros seres extraños habitan la isla: la cuidadora de la casa, su hijo y otros jóvenes que parecen vacacionar en el Tigre y que ayudan a los protagonistas a acomodarse en la casa y a meditar la decisión de vender o no vender la propiedad. Simultánea y silenciosamente el delta, su inestabilidad, su constante fluir de las aguas, va calando a cada uno de los personajes, quienes van mutando hacia una incongruencia en su actuar, donde predominan los instintos más básicos y donde la razón parece haber perdido terreno. La locura, los celos, los deseos perturbadores se van apoderando de los personajes, habilitando un juego tanto en la composición de las imágenes, como en los diálogos, los planos secuencia, las escenas cortadas ante de tiempo y demás recursos técnicos, entre realidad verosímil y un realismo mágico que posibilita la realización de la incongruencia que envuelve y trasciende a los personajes y a la historia en sí.

Las escenas acompañan el clima asfixiante que se va apoderando de la isla, los planos secuencia son silenciosos con un predominio de la naturaleza en su estado más salvaje, los diálogos por momentos son banales y por momentos muy profundos y existencialistas, los movimientos corporales de los actores son rápidos o intensivamente lentos, contradicciones que evidencian el cambio que la isla provoca en los personajes. Lo mismo sucede con el desenlace: ambiguo y abierto, potencia la incomodidad (en el buen sentido del sentimiento) que la historia y la forma en que está contada provoca en los espectadores.