La inesperada virtud de la superficialidad.
“Violetta”, la protagonista de la exitosa novelita teen de Disney, consigue película. Las “tinistas” se deleitarán ahora con una continuación directa del programa, que se centra en una abrumada Violetta, repleta de presiones profesionales y conflictos amorosos.
Al no dar más con estos problemones, la estrella abandona su carrera y huye a una escuela de jóvenes artistas en Europa, desentrañando ahí, detalles de su vida. En aquel lugar conocerá nuevos amigos y un posible nuevo amor.
Un reparto sobre-actuado, cursileria barata, personajes chillones y un argumento pobre (que solo justifica un giro de marketing) son los ingredientes de este mediocre proyecto que, mas que una película, parece un largo videoclip a la Disney.
Martina “Tini” Stoessel intenta gesticular interpretando al unidimensional personaje, al cual ni siquiera se molestaron en escribir disimulando el hecho de que fue creado para facturar a base de un fandom de jóvenes adictas a la moda popular.
La historia roba de todos lados, intentando imitar la formula ‘Hannah Montana: La Película’ con un poco del poco sorpresivo triángulo amoroso ‘Crepúsculo’.
Los personajes secundarios que Violetta conoce en su viaje son poco interesantes y repletos de cliches juveniles.
Tenemos a Angela Molina como la Charles Xavier de la escuela de arte, a Jorge Blanco repitiendo como el manipulable interés amoroso de “Tini” y al desconocido Adrian Salcedo como Caio, un poco creíble estereotipo de paisano italiano. Este ultimo se convierte en el “JACOB” de esta historia de amor dirigida por Juan Pablo Buscarini, quién hizo un trabajo aceptable para lo que brinda la calidad del proyecto.
Diego Ramos, Marcedes Liembre, Sofia Carson y Maria Clara son otros de los que vuelven a sus papeles.
El problema de estas producciones es que no intentan brindarle nada nuevo al público juvenil. Solo crean historias de gente clase media alta que viven romances y, junto a ellos, un coro de personajes que solo sirven de relleno para una clara campaña de marketing dirigida hacia el mercado discográfico.
Lo único que vale la pena (siendo benévolo) fue la elección de lugares para filmar. La producción se movió a las costas de Italia, usando los geniales paisajes que bordean el mar Mediterráneo. No es un detalle que rescate a la película, pero al menos no la hace visualmente desagradable.
“El Gran Cambio de Violetta” se limita a ser una burda continuación de la igualmente burda novela de Disney Channel,la cual busca darle un rebuscado origen a la historia del personaje. La idea no aporta nada al género, y se queda en la cómoda, mostrando el típico argumento ya visto miles de veces y que, al parecer, sigue funcionando para vender discos y recitales.