Emotivo final de la saga Tinker Bell que se despide del cine con la historia de la bestia del Nunca Jamás.
Hubo niñas que derramaron un par de lágrimas en la función de prensa y también alguna colega que se enganchó con la trama de la película.
La compañía del ratón Mickey tenía programado dos películas más con estos personajes pero los proyectos se suspendieron en el 2013 debido a que los productos de merchandising de la línea Disney Fairies declinaron sus ventas en los últimos años.
Por ese motivo no habrá más filmes con estos personajes, salvo que el estudio cambie de planes.
Cuando surgió la primera película en el 2008 recuerdo que esto me parecía una truchada pensada para explotar los personajes de Peter Pan.
Sin embargo, cuando fui al cine con mi sobrina, que en ese momento tenía tres años, me sorprendí al encontrarme con una película muy cuidada en la trama y su realización que brindaba una excelente propuesta infantil.
Estas producciones de John Lasetter (Toy Story) desarrollaron muy bien todo un universo de fantasía que fue creciendo con el transcurso de la saga y conectó muchísimo con el target de espectadores al que se dirigían estas historias. En general, niñas de cuatro a nueve años.
Si comparamos estos filmes con otras propuestas clase B de Disney y algunas películas de animación que llegaron a los cines en el último tiempo, la saga Tinker Bell sobresale claramente por el contenido de sus argumentos.
A los largo de seis entregas los guionistas jamás repitieron una misma formula argumental y presentaron historias que expandieron este universo de ficción.
Por consiguiente, todas los capítulos fueron completamente diferentes.
En este último episodio, el film retoma un poco el estilo de la película anterior.
La trama se concentra más en el misterio y la aventura y Tinker Bell tiene un rol secundario.
La gran protagonista esta vez es Fawn, el hada de los animales, a quien le cambiaron un poco la imagen para esta historia y la convirtieron en un personaje más interesante.
El elemento que hace tan especial a este film es que La bestia del Nunca Jamás terminó siendo la película más emocional de la serie.
Si bien no hay ningún "momento Bambi" a lo largo del conflicto, la relación entre Fawn y el monstruo está muy bien trabajada y el final puede generar alguna lágrima entre las niñas más sensibles.
La verdad que en estos días donde los canales de televisión de esta compañía están plagados de propuestas de animación tontas y vacías de contenido (como Phineas y Ferb) y series live action con adolescentes obsesionados por ser famosos en el mundo del espectáculo, la saga Tinker Bell terminó siendo un bastión infantil de fantasía pura para los más chicos que estuvo en sintonía con el verdadero espíritu de Disney.
Para tratarse de producciones clase B de un estudio importante, el mérito de estos filmes no fue para nada menor.