Círculo de violencia sin muchas luces
Humilde y desocupado, Jesús es uno de los tantos muchachos que transitan sin destino fijo por Buenos Aires. Necesitado de dinero, planifica el asalto a una farmacia. El delito se complicará cuando uno de los encargados de la guardia del local le haga frente y Jesús no vacile en dispararle. Los rehenes comenzarán a tratar de calmar a ese joven que se enfrenta a la policía, a los medios periodísticos que buscan la nota sensacionalista y a los vecinos, que reclaman justicia.
El director Nicolás Lidijover, que hace aquí su debut en el largometraje, intentó describir una historia que reflejase, desde la mirada de su protagonista, un episodio cada vez más frecuente en ciudades como la nuestra. Para ello se preocupó en utilizar cámaras ocultas en una sola locación y registrar las escenas a través de un sistema de video de seguridad. La idea no dejaba de ser interesante, pero la trama se demora en avanzar y el film, que busca el suspenso y la violencia, se convierte en una especie de débil muestrario de lo que puede ocurrirles a los rehenes y, sobre todo, a Jesús, cada vez más desesperado en su intento de fuga. El elenco procuró dar verosimilitud al entramado, pero terminó cayendo en casi todos los casos en una nota altisonante. En definitiva, un intento malogrado.