El apuro de volver.
El reciente ganador del Oscar Guillermo del Toro continúa, ya sin dirigir pero desde el rol de productor, con su ambicioso proyecto de Titanes del Pacífico, esta vez con la secuela de la película que diera inicio a la saga en el año 2013. Ya sin la presencia en el elenco protagónico de Charlie Hunnam e Idris Elba, la segunda generación de pilotos Jaeger será comandada por los trabajos de los ascendentes John Boyega y Scott Eastwood.
Año 2020. La Tierra es invadida por monstruos de dimensiones titánicas capaces de borrar de un manotazo ciudades enteras. Su origen: una grieta o brecha abierta en las profundidades del océano pacífico que conecta nuestro universo con el de estos monstruos que reciben el nombre de Kaijus. En la primera entrega de esta historia fuimos testigos del nacimiento de los Jaegers, robots de alta tecnología que equiparan en tamaño a los Kaijus con el objetivo de derrotarlos y que tuvieron éxito mediante una victoria que parecía definitiva. Lejos de eso, diez años después la amenaza Kaiju parece estar más presente que nunca y serán los mejores exponentes de una nueva generación los encargados de salvar al mundo.
Ya sea porque el final de la primera película daba un verdadero cierre a la invasión Kaiju (probablemente porque la secuela todavía no era parte del plan) o por la necesidad de darle un poco de originalidad a una trama destinada a caer en la repetición, la cuestión es que esta nueva entrega del universo de los Titanes del Pacífico hace demasiado foco en sus personajes en desmedro de lo que cualquier espectador va a ver cuando saca la entrada para una película de estas características: los monstruos. Su aparición ridículamente tardía no hace más que darle lugar a una trama irrelevante entre personajes que compiten para ver quién es el más capo o cuál tiene la historia familiar más traumática. En una inevitable comparación con su predecesora, lo que acá tenemos son personajes más sosos que en la película anterior (con protagonistas cuyas historias traumáticas, razonablemente acotadas, hacían a la trama principal) y aún así se los desarrolla interminablemente en sus disputas que luego terminan en la nada.
A favor de la película vale decir que se supera en términos de efectos visuales, incluye un buen giro en torno a uno de los personajes principales y sus verdaderas intenciones y, también desde el punto de vista técnico, viene con una buena dosis de planos generales cuya función es que tomemos verdadera dimensión del tamaño tanto de los Kaijus como de los Jaegers, cosa que en la primera película era más difusa.
Dando un claro paso atrás como secuela, esta Insurrección de los Titanes del Pacífico apenas si logra mantener viva una historia de mechas que, como representante de ese género, es una de las pocas a nivel de cine de gran producción por lo que esperamos que continúe, aunque no por este camino.