Secuela del tanque de 2013, "Titanes del Pacífico 2: La insurrección" es una continuación tan innecesaria como desorientada. En 2013, Guillermo del Toro lograba su sueño de la infancia al realizar una película a gran escala en la cual robots y alienígenas se enfrentaban en grandes batallas cuerpo a cuerpo por el destino de la humanidad.
Siguiendo el estilo japonés, "Titanes del Pacífico" logra una gran película militar, con soldados manejando robots mediante ondas vitales, y combatiendo amenazantes extraterrestres provenientes del océano. "Titanes del Pacífico" ganó más fanáticos y culto que números en taquilla.
Por esa razón, los sueños de saga de Del Toro, en su momento, se vieron truncos. Cinco años después, aparece "Titanes del Pacífico 2: La insurrección", sin Guillermo del Toro ni en la dirección, ni en guion.
Apenas un crédito en producción que, a la vista de los resultados, suena más a “agradecimiento” y cobro de alguna regalía, que a intervención real. La historia no podría ser más sencilla y oler más a excusa. Pasaron diez años de lo que vimos en la primera entrega, y resulta que los kaijus no estaban extinguidos. Todo lo contrario, vuelven, y más potentes que antes… porque las secuelas son eso, más de lo mismo, pero potenciado.
De la película de 2013 no hubo muchos sobrevivientes, y los que sobrevivieron , la mayoría no quisieron saber nada con esto. Pero algunos vuelven, y forman parte de la nueva resistencia, junto a los hijos de algunos de los que murieron, y un nuevo grupo de adolescentes.
Como los kaijus son más fuertes, ya no alcanza con lo miso de antes para derrotarlos, por eso los jaeggers (esos robots comandados por dos humanos a través de vías neuronales) tendrán nuevas estrategias de combate.
Lo que sí cambia entre las dos Titanes del Pacífico es el clima que generan. El film de Del Toro se proponía como una gran aventura con un fuerte espíritu épico, grandes momentos de batallas, y referencias por doquier para quienes aman obras como Mazinger, Voltron, Robotech, o Gojira.
Esta secuela, a cargo del novel Steven S. DeKnight, que también interviene en el guion, parte de un universo ya concebido, y se dedica a restarle todo tipo de épica, clima de gran aventura, dramatismo (perfectamente logrado anteriormente), y referencias a la cultura mecha.
Lo que queda es un producto que intenta ser más divertido que el original, y que se asemeja demasiado al Godzilla según lo entiende Hollywood, y la saga cinematográfica Transformers (o cualquier otra película dirigida o producida por Michael Bay como "Battleship") a la que toma como el padre mayor al que copiar con menos estilo y presupuesto.
Una de las quejas que tuvo Titanes 1 fue que pasaba demasiado tiempo dentro del entrenamiento, y poco en la batalla (gente que sin dudas nunca vio un film de robots vs monstruos a la japonesa). Titanes 2 "intenta remediarlo, con algo más de acción, pero todo se vuelve repetitivo e indistinguible, apabulla el ruido a metal ensordecedor y una confusión absoluta.
Ninguna de las batallas de esta segunda parte está a la altura de los grandes momentos del primer film, que jugaba a menos acción, pero valiosa. Los personajes son más graciosos, pero rara vez esa comicidad funciona. Sus características son planas, y se extraña el desarrollo y dramatismo anterior.
"Titanes del Pacífico 2: La insurrección" pudo ser un buen film estilo Clase B con presupuesto, tiene alguna base para no tomarse en serio, y un argumento simple como aquellas. Pero su intento de ser un tanque, y de complacer a quienes van a buscar metales retorcidos es tan grande que descarta esa idea.
Una de las características del espíritu Clase B es el carisma por sobre lógica y argumento, algo que en Titanes del Pacífico 2 escasea muchísimo, todo. John Boyega y Scott Eastwood son Jake y Nate respectivamente, los nuevos entrenadores y protagonistas de esta entrega.
Ambos actores no desentonan con lo que la película propone, no están mal, dentro del corsé cliché propuesto. "Titanes del Pacífico 2: La insurrección", de Steven S. DeKnight, es un film insípido que pudo pasar como apenas aceptable, de no ser porque nunca encuentra un rumbo propio, porque siempre intenta imitar a su predecesora, o a otras franquicias.
En las inevitables comparaciones que genera, tanto de un lado como del otro, sale perdiendo casi por goleada. Llamativo, lo que Del Toro en su momento no pudo lograr, esto parece conseguirlo casi sin salir a la cancha, ya hay aires de saga que va a continuar.