Vuelven desde el océano
Diez años pasaron desde que Stacker Pentecost sacrificara su vida para bloquear el acceso de los invasores que buscaban acabar con la vida humana, dando un aparente fin a la guerra contra los invasores. Pero aunque la humanidad comenzó la reconstrucción sigue latente el posible regreso de los Precursores, como decidieron llamar a la raza alienígena que diseñó y envió a los Kaiju a través de la brecha interdimensional en el fondo del Pacífico. Mako Mori, hija adoptiva de Stacker y piloto de combate, es ahora una figura prominente de la Pan Pacific Defense Corps, organización que continúa patrullando las costas con Jaegers y entrenando nuevos pilotos, pretendiendo estar preparados para un nuevo ataque.
Su hermano Jake Pentecost, sin embargo, prefirió darse una vida de excesos y diversión financiada por su lucrativo talento para el robo de tecnología Jaeger y su venta en el mercado negro. Es durante uno de estos robos que entra en contacto con Amara Namani, una huérfana que vive en las calles pero que de todos modos se las arregló para construir su propio Jaeger en miniatura con piezas de chatarra. Ambos son reclutados forzadamente para unirse al programa poco antes de que la guerra regrese como nadie se esperaba, de la mano de un poderso Jaeger rebelde salido del mar.
De manual
Hay secuelas que se notan desarrolladas con la calculadora en la mano y Titanes del Pacífico: La insurrección es una de ellas. La historia que propone es, además de innecesaria, totalmente genérica y de manual. No solo con personajes que si bien al menos en su mayoría son nuevos, son los clásicos arquetipos del cine de acción sin algún agregado que los caracterice: también con una trama anticipable contada de forma contradictoria, planteando un misterio después de resolverlo.
No es que se pretenda un guión rebuscado en esta clase de películas, pero sí al menos uno que sostenga el interés entre las escenas de robots y monstruos gigantes dándose tortazos, algo que en este caso se cumple a duras penas. Podría pasar como un detalle menor si pusieran menos el foco allí y se dedicaran solamente a armar coreografías de combate épicas repletas de referencias al cine japonés de monstruos gigantes; pero aunque las referencias están bien a la vista, la épica no tanto.
Sin llegar a resultar aburrida, lo que sería su peor pecado, Titanes del Pacífico: La insurrección no logra salir de su chatura y todo parece sacado de otro lado. Juntando diálogos repletos de lugares comunes, combates sin personalidad y un uso del humor bastante fallido, el resultado es una película que hace pasar un buen rato y se olvida al dia siguiente.
Conclusión
Mas allá de algunas escenas de acción entretenidas, Titanes del Pacífico: La insurrección es una secuela muy chata y sin carisma que no aprovecha la potencialidad de su premisa.