El camino para que la secuela de Pacific Rim llegue a los cines del mundo fue arduo, mucho más difícil de lo que se estila para un proyecto de estas características. Es que, más allá de los elogios de la crítica, fue el público el que tuvo un tibio apoyo para la película de Guillermo Del Toro, que arañó los 400 millones en la taquilla mundial como para que no se descartara de plano la continuación, pero que tampoco se le diera luz verde sin reparos. En los seis años que separan un estreno del otro, se hizo cambio de estudio, se perdió al director –que viene de ganarse un Oscar por The Shape of Water, con lo que no se puede decir que eligió mal-, se sumaron muchas manos al guión y se alteró a la mayoría del elenco. Y el resultado dista de estar a la altura de la primera, pero no se puede decir que se haya perdido aquel espíritu lúdico que poseía.