A lo bestia
Para aquellos que pasen los treinta, o los más jóvenes cazadores de archivos catódicos, no les será ajeno el rescate nostálgico que el mexicano Guillermo Del Toro hace de "Mazinger Z", "Ultraman" y "Godzilla" al mezclarlos en esta archimegarrecontraultrasuper producción vacía de contenido.
Como base argumental se presenta una invasión alienígena que no viene desde el espacio exterior, sino desde las entrañas de la tierra, más precisamente en un abismo ubicado en la cuenca del pacífico norte.
Desde hace siglos, el planeta es atacado por bestias gigantes llamadas Kaiju que emergen desde el océano, y para combatirlas la humanidad creó a los Jaegers, vocablo alemán que significa cazador. Estos cazadores no son otra cosa que robots gigantescos equipados con poderoso armamento y piloteado por humanos.
No hay mucho más. Resta ver las peleas entre los robots y las bestias, ya sea en medio de una ciudad, o en el agua, mientras los humanos buscan la forma de atacar a los invasores para darles muerte definitiva.
Cuesta encontrar el arte de Del Toro en las abrumadoras escenas de lucha; espectaculares, obscenas en su ostentosa realización. Sin embargo, el mexicano logra colar algo de su impronta en las secuencias donde los actores copan la parada, especialmente las que tienen a Ron Perlman y Charlie Day como protagonistas. Pero hay una escena en particular, donde Del Toro hace lo que mejor sabe. Tiene a una pequeña japonesa como figura central; dramática, expresiva y en medio de una devastación que remite a otras, más reales y dolorosas. El contraste de los colores que luce la niña con la gris desolación que la rodea, conforma una fotografía que a mitad del relato nos reconcilia con el buen cine. Por un rato.