En la actualidad vivimos tiempos difíciles. Donde las imponentes estructuras y las bases de este mundo de pronto se tambalean por razones obvias, se quiebran de forma inexplicable y forman una grieta, pequeña pero lo suficientemente visible, que se convierte en la entrada principal hacia nuestro mundo para aquellos monstruos que nos dejarán con la boca abierta y nos pondrán a todos de rodillas a sus pies.
Para hablar de este film primero hay que hablar de Hollywood, y todo lo que leyeron anteriormente se refería a la meca del entretenimiento y no al nuevo trabajo del realizador mexicano Guillermo del Toro, el cual dentro de esas palabras, vendría a ser “el monstruo”.
“Titanes del Pacífico” es otra muestra más, que se suma a las que obtuvimos en los últimos años, de que la industria de cine más importante y reconocida del mundo está atravesando un problema difícil de resolver y que a medida que pase el tiempo las cosas se les irán cada vez más de las manos.
Esa grieta de la cual hablaba al principio de este texto es la misma de donde salieron sin ir más lejos “John Carter” de Andrew Stanton (2012), “Tron: Legacy” de Joseph Kosinski (2010), “Watchmen” (2009) y “Sucker Punch” (2011) de Zack Snyder e “Inception” de Christopher Nolan (2011), pese a que esta ultima presenta una diferencia muy grande que la aleja en cierto punto del resto: Fue rentable económicamente.
El resto de esos films no, al menos desde la ambiciosa mirada de sus productores y los estudios que, por razones inexplicables, le dieron luz verde a estos trabajos completamente atípicos y explosivos para lo que es el mercado de cine moderno.
“John Carter” significó un terrible déficit económico para Disney, dejando a más de un dirigente de la compañía del ratón con problemas del corazón y con los pies fuera de la mesa donde se toman las decisiones importantes. ¿Era una mala película? No, al contrario, una de las mejores y más interesantes producciones del cine de aventuras que ofreció el 2012.
Lo mismo sucedió con “Tron: Legacy“, que fue un riesgo gigante que corrió el mismo estudio dejando en manos del debutante Joseph Kosinski un presupuesto de 150 millones de dolares (y vaya a saber uno cuantos millones más en publicidad) para que este continuará la historia de Kevin Flynn, protagonista de una de las ovejas negras por excelencia del cine producido por la casa de Mickey Mouse.
Tampoco era una mala película.
Previo a estos dos ejemplos estuvo “Watchmen” de Zack Snyder, producida por Warner, que había tomado coraje de una vez por todas para adaptar al cine el cómic para adultos más importante de la historia, con un presupuesto que también rondaba por los 120 millones de dolares y que iba a estar a disposición de un buen director, pero al mismo tiempo, de un elenco repleto de caras desconocidas (o poco populares) y al servicio de una historia que apuntaba a un publico bastante especifico y minoritario.
Pese a ser una de las mejores películas basadas en un cómic, “Watchmen” fue uno de los fracasos más importantes del 2009 y muchos creen que esto se debió a su calificación R (Apta para mayores de 16 años). No obstante, el estudio insistió con darle rienda suelta a la creatividad de Snyder y le dio en bandeja de plata otros 100 millones de dolares para que hiciera un proyecto completamente personal llamado “Sucker Punch“.
Obviamente, el resultado fue muy similar al de “Watchmen“, ya que las chicas que peleaban en poca ropa con zombies, dragones y demases personajes extraños para tratar de evitar una lobotomia (sí, leyeron bien) pasaron sin pena ni gloria por los cines aquel año.
La calidad del argumento de aquel film, si se quiere, es discutible. La originalidad y lo refrescante de la idea, no.
El gran acierto de ese 2011 fue para Warner “Inception” de Christopher Nolan, quien venía de realizar la exitosa “The Dark Knight” (2008), por lo que el estudio le dio total libertad para que hiciera con 150 millones de dolares lo que se le cante en su próximo proyecto.
Más que un regalo, se trataba de una devolución de gentilezas.
Como dije anteriormente, si bien “Inception” no fue un fracaso económico (tampoco un éxito descomunal), se trataba de un proyecto personal de Nolan que parecía haber pasado por alto todos las luces rojas que suele imponer el mercado hollywoodense a la hora de producir sus films.
Historia para un publico adulto, muchas caras poco conocidas (lo cual no quiere decir nunca malos actores), duración extensa, finales no convencionales y relatos que pueden tomarse como una unidad y no como el inicio de una saga que pueda explotarse a lo largo del tiempo.
Todo esto sirve para tratar de entender de donde viene “Pacific Rim” de Guillermo del Toro, película que presenta las mismas características que las anteriores y que quedará en la historia del cine moderno, pese a quien le pese.
Guillermo del Toro no es un tipo convencional. Personalmente creo que su mayor desventaja es que peca de ambicioso y por momentos queda parado fuera de la linea, dejando asi una imagen de vende humo difícil de borrar.
Previo a la realización de “Pacific Rim” estuvo involucrado en “At The Mountain of Madness“, adaptación de la obra homónima de Lovecraft, proyecto por el cual Universal y Warner le cerraron las puertas en la cara cuando el mexicano les pidió un presupuesto no inferior a los 200 millones de dolares.
También estuvo vinculado a “The Hobbit“, de la cual se bajó a ultima hora pese a haber realizado toda la pre-producción del film junto a Peter Jackson (quien acabaría dirigiendo aquel film).
Las razones de aquella decisión son un poco confusas, pero están los pesimistas que dicen que hubo fuertes diferencias creativas y los optimistas que hablan de que del Toro ya estaba, por aquel entonces, trabajando en “Titanes del Pacífico“.
Sea cual sea la verdad sobre aquel asunto, la realidad hoy nos muestra que del Toro logró lo mismo que Snyder, Stanton, Kosinski y Nolan, que es ni más ni menos sacarse de la manga un proyecto personal, poco convencional para Hollywood y romper una vez más con los contenidos estandarizados generados por y para gente con cabeza cerrada.
“Titanes del Pacífico” al igual que “John Carter” y “Tron: El Legado” (esta ultima en menor medida) viene a tratar de revitalizar un género que murió hace rato en el cine moderno: el de aventuras para todas las edades, con algún que otro mensaje poco convencional.
Con un prologo bastante rápido y eficaz (que recuerda al de “Reign of Fire” de Rob Bowman), del Toro nos introduce a un mundo apocalíptico donde unas enormes y violentas criaturas que salen de las inmensidades del océano pacifico, llamadas Kaijus, tienen como único objetivo destruir a la humanidad. Por esa misma razón, los países de todo el mundo (quizás el mas visible de estos mensajes no convencionales, el de la unión de los lideres de los distintos países de los continentes más afectados) deciden formar una liga de robots gigantes, conocidos como Jaegers, para combatir esta amenaza.
Liga independiente del ejercito de estos países (segundo mensaje) y con un mensaje más que esperanzador y optimista que consiste en defender a toda costa a las poblaciones de las ciudades al borde del ataque, sin caer en el plan de “rompan todo con una bomba nuclear”, idea que se desliza por la boca de uno de los personajes en un momento del film y es rechazado inmediatamente por otro.
Desde esos detalles que pueden parecer inocentes, hasta conformar un guión solido, donde el principal riesgo era que la inmensidad del relato puede hacerlo caer en el ridículo (cosa que no sucede) para filmarlo con un grupo de actores jóvenes en su mayoría y completamente desconocidos (acompañados de un par de pesos medianamente pesados), del Toro estuvo presente en todo lo que concierne a “Titanes del Pacifico” y el resultado se nota.
Con el relato dividido en tres actos bien marcados, siendo el primero el convincente, el segundo el más solido y el tercero el de la espectacularidad y el entretenimiento garantizado, “Pacific Rim” se erige como la mayor propuesta en términos de cine de aventuras de los últimos tiempos, solo comparable con “Avatar” de James Cameron (2009).
Y no solo por la inmensidad de su universo, el cual fue concebido para una película, pero podría explotarse hasta el hartazgo en cualquier otro medio u plataforma debido a la complejidad y variedad de matices que ofrece, sino también por el soberbio e imponente trabajo técnico que planta la bandera de revolución en términos de efectos especiales.
“Titanes del Pacífico” es la película más impresionante de los últimos años en estos términos. Lo que hizo la gente de Light and Magic en todo el film es soberbio, pero sobre todo en su ultima hora, es para alquilar balcones y contemplar mil veces.
Que puedas ver cada detalle, cada tornillo, cada cable de un robot en pleno combate contra un monstruo (que tiene mil detalles y sorpresas más) es algo que te deja la mandíbula por el piso y no tiene precio en comparación a la emoción que provoca.
Desde los Jaegers peleando con los Kaijus en el agua como si se tratara de un ring de la UFC, hasta el Gipsy Danger caminando entre medio de los edificios de Hong Kong con un barco en la mano como si fuera un palo con el cual un chico quiere defender su casa de los monstruos imaginarios. Light and Magic lo hizo todo posible.
Ni hablar de los minutos finales, donde nuestros ojos gritan gracias por la cantidad de colores y espectacularidad que ofrecen esas escenas.
Por si fuera poco, el 3-D esta perfectamente utilizado, pese a no haberse filmado integramente en ese formato. Otro acierto para del Toro.
Claro está que hay más puntos que suman a la grandeza de “Pacific Rim“: Ramin Djwadi y su pegadiza banda sonora (algo que considero esencial a la hora de hablar del genero de aventuras), Guillermo Navarro y su inmejorable trabajo como director de fotografía en un film que esta casi íntegramente filmado con efectos especiales y el reparto que cumple, algunos más y otros menos, con la difícil tarea que les asigna del Toro dentro del relato.
Es decir, no podemos caer en el equívoco de juzgar con la misma vara al grupo formado por Charlie Hunnam, Riko Kikuchi, Idris Elba y Max Martini, que son quienes llevan las riendas de la emoción, el compañerismo, el liderazgo y la valentía dentro de la historia, y al grupo que conforman Charlie Day, Burn Gorman y Ron Perlman, que son los encargados de aportar el humor.
Sobre todos estos aspectos del Toro puso la lupa, no dejando entrever ningún clavo salido, ninguna tuerca sin ajustar, dentro de la que es sin dudas su mejor película hasta la fecha, la cual a su vez es, como dijimos antes, su proyecto más personal.
Como me gusta decir a mi: “Todos los géneros se definen por su objetivo”.
Una buena película de terror, tiene que asustar (sin importar el método). Una buena comedia, tiene que despegar sonrisas. Una buena película de aventuras tiene que entretener y emocionar.
Y “Titanes del Pacífico” lo logra de principio a fin. Por que la emoción atraviesa todo el relato. Porque detrás de esos colosales jaegers, debajo de esos escombros, hay personas que con camaradería, solidaridad, esperanza y sacrificio van a hacer lo que para muchos es casi imposible de concebir e imaginar: ponerte la piel de gallina y provocarte un nudo en la garganta con una historia de robots y monstruos gigantes.
Difícilmente tengamos este año alguna otra película que, al igual que este último trabajo de del Toro, logre romper todos los estereotipos hollywoodenses y toda la mediocridad con la que esa meca se llena los bolsillos en base a secuelas, spin-off, adaptaciones y remakes.
Mientras esa grieta siga abierta y hollywood no pueda controlarla completamente, mientras algún que otro loco, ambicioso y soñador (con muchísima suerte) llegue a pasar por ahí con una idea descabellada y audaz, el cine moderno todavía tiene algo de luz y esperanza en su futuro.
“Pacific Rim” es eso: la prueba más fuerte y actual que tenemos para demostrar que no hay limites ni barreras que no puedan romperse, porque con la magia del séptimo arte no existe sueño que no pueda verse reflejado dentro de una sala de cine.