Gigantes de acero
La nueva creación del mexicano Guillermo del Toro sorprende desde lo visual pero detrás de su poderosa artillería tiene buenas ideas aplicadas al mejor cine de entretenimiento. Después de Mimic, Blade II: Cazador de vampiros, El espinazo del diablo y El laberinto del Fauno, el cineasta de Titanes del Pacífico no disimila las influencias de películas japonesas de monstruos como Godzilla, de las series animadas Mazinger Z, y Robotech y de la más reciente Gigantes de acero.
Lo interesante es cómo Del Toro potencia todo el material en una historia en la que se ponen en juego mucho más que las luchas entre los poderosos Jaegers, los robots manejados de manera sincronizada por humanos (conectados emocionalmente) para enfrentar a los monstruosos Kaijus.
El mundo entero aparece amenazado -en un futuro no muy lejano- y utiliza sus recursos para construír inmensas moles de hierro y enormes paredones que ¿sirven? para proteger a la humanidad de otra amenaza. Al borde de la derrota, las fuerzas defensoras recurren a dos insólitos héroes: un ex piloto fracasado (Charlie Hunnam) y un aprendiz sin experiencia (Rinko Kikuchi), convocados para manejar un obsoleto Jaeger del pasado.
Lo atrapante es que en la trama el hombre y las máquinas se unen para luchar contra un mal aún mayor y así desfilan el comandante Stacker (Idris Elba, el actor de Prometeo), dos científicos bastante particulares que aportan la cuota de humor necesaria en este film que cuenta con las participaciones de Ron Perlman (Hellboy) y el español Santiago Segura.
A las impresionantes secuencias de acción (la invasión a las ciudades o los enfrentamientos en el oceáno) se suman personajes atractivos: el protagonista, un obrero de la construcción que perdió a su hermano en plena lucha y que ahora une fuerzas con la chica oriental que arrastra traumas familiares y miedos infantiles. Todo esto está respaldado por una parafernalia de efectos digitales que muestran alma hasta en los personajes metálicos. Esta atrapante visión hace que los Transformers parezcan simples juguetes a pila.