Monstruos grandes que pisan fuerte
La ciencia ficción al mejor estilo de Godzilla se une a robots gigantes dignos de Transformers. El resultado es una superproducción de 200 millones de dólares con dirección de Guillermo del Toro, a puro entretenimiento.
Dos nuevas palabras se suman al diccionario del cine del siglo XXI: kaijus y jaegers. Los primeros son monstruos que superan en tamaño y violencia a los Godzilla de los legendarios films japoneses postnucleares de la década del '50. Los otros son enormes robots controlados por dos pilotos, listos para combatir a esas feroces bestias que salen del Pacífico y arrasan con todo aquello que encuentren a su paso.
Otro nombre puede agregarse junto al rótulo de hábil entretenedor de un cine de masas: el de Guillermo del Toro, el mismo de El laberinto del fauno, entre otros títulos. Casi 200 millones de dólares para tirar la casa por la ventana se necesitaron para la gestación de Titanes del Pacífico, una megapelícula que los fans del director mexicano recibirán con deleite y placer interminables.
Pues bien, al comienzo, un extenso prólogo de casi 20 minutos, como ocurre en esta clase de películas, explica la situación y el porqué de la hecatombe y las razones que certifican el ataque de las bestias y la resistencia del resto del mundo.
Es un inicio alentador, a puro vértigo, sin comentarios científicos de por medio, yendo directo a los bifes. La resistencia parece que se cae a pedazos y la humanidad peligra pero, como también siempre sucede, dos defensores saldrán a la cancha para derrotar a la bestia que pisa fuerte. En este punto, Titanes del Pacífico para un poco la pelota entre tanto vamos al frente y rompamos todo, y decide contar las vidas de un piloto con ciertos traumas (Charlie Hunnam) y una joven japonesa que carga con un pasado (Rinko Kikuchi) donde los kaijus hicieron de las suyas.
Son los momentos donde los flashbacks como elemento dramático de la historia transmiten una pequeña dosis de humanidad y emoción en medio de tanta adrenalina. Otros personajes episódicos se sumarán a la gesta, entre ellos dos científicos al borde del delirio, y varios soldados y civiles que se sacrifican por la causa, algunos interpretados en roles secundarios por Ron Pearlman y Santiago Segura, dos apuestas rendidoras para agrandar el festejo del cinéfilo de 20 a 40 años.
No caben dudas que Guillermo del Toro le encontró la vuelta a un cine de gran presupuesto donde el dinero y los efectos especiales pasan a segundo plano, neutralizadas ambas cuestiones por ese extraño cruce que caracteriza a su obra, ubicada entre una infancia y adolescencia que busca la eternidad y una postura inteligente frente al cine de gran presupuesto que lo diferencia de buena parte de sus colegas. Cabría preguntarse, entonces, si hay algo más allá de esto. Mientras tanto, a divertirse y pasarla bien con los combates entre kaijus y jaegers que para eso –y sólo eso- se concibió semejante monstruosidad.