Ciencia ficción en grande y con el sello de Del Toro
Cuando las legiones de criaturas monstruosas, conocidas como Kaiju --bestias en japonés--, comienzan a subir desde el mar, empieza una guerra que acaba con millones de vidas.
Para luchar contra esta amenaza, un tipo especial de arma fue creada: robots masivos, llamados Jaegers --cazadores en alemán--, que son controlados simultáneamente por dos pilotos cuyas mentes están conectadas en un puente neuronal.
Un soldado conflictuado por la muerte en acción de su hermano y compañero; un mariscal que fue guerrero y entregó su vida para que el proyecto funcionara; una muchacha oriental involucrada en la lucha desde que quedara huérfana por un ataque kaiju; un dúo, padre e hijo, con un enlace genético indiscutido y un vínculo personal discutible; más otro dúo, el de los investigadores que contraponen a diario sus posturas teórica y empírica, conforman el bloque que trabaja en el primer plano de esta guerra.
Los monstruosos adversarios --se explica-- llegan para colonizar el planeta. Son seres de otra dimensión que arribaron a la humana a través de una falla entre placas tectónicas, que produjo un portal entre ambos mundos.
Algo similar sucedió en la prehistoria y el relato postula que estos enemigos fueron los responsables del exterminio de los dinosaurios. En 2020, a más de una década de luchar contra sus cada vez más frecuentes ataques, se advierte que los Kaijus han llegado para completar la labor de conquistar la Tierra y que ya no hay nada que los detenga.
El gobierno decide dar de baja al programa de Jaegers, pero el mariscal no se resigna a una rendición que convertiría las muertes de tantos soldados en un sinsentido. Decide entonces formar una resistencia con los robots y guerreros humanos que restan de los antiguos tiempos de gloria y dar batalla hasta el final.
Guillermo del Toro --El espinazo del diablo, El laberinto del fauno, Hellboy -- contó con un presupuesto de 180 millones de dólares para rodar esta película que hace alarde de lo invertido en efectos especiales, para delirio de los seguidores del cine de acción con inspiración comiquera y de una franja de público que va del adolescente al adulto joven.
Con un reparto de entre usuales secundarios y actores fetiches construyó para la pantalla un relato de narración con ritmo muy alto, pero un desarrollo dramático que desaprovecha subtramas y termina fagocitado por el despliegue visual.