¿Se puede aspirar a ser Harold Lloyd, Chaplin, Keaton, Ed Wood todos a la vez y vivir y producir cine en la Argentina?.
Pregunta posible y respuesta aparentemente imposible que consigue una cierta certeza en esta película rara, divertida, irracional y complejísima que es TL2 La felicidad es una leyenda urbana.
Es que uno de los grandes méritos de TL2 es que nos recuerda un poco a todo, sin la sensación de que repita nada. A Lloyd, cuando su protagonista se pone los anteojos o cuelga acrobaticamente de algún caño, haciendo malabarismos improbables; a Keaton en ese tono melancólico que subyace al insistente capricho de hacer cine, a Ed Wood, bueno, todo el tiempo.
Inclusive hay un sesgo de esa estética pobre y paródica del mejor momento de algunos programas de tv argentinos como De la cabeza o Cha Cha Cha.
Muchas historias en una, entrelazadas vertiginosamente, Lumière enamora chicas extremadamente lindas, mudas,o ciegas; a la vez sale a robar un banco para obtener plata para su película, a la vez que encuentra a su padre, un indio perdido e impresentable, chamánico y espiritualista que termina salvándole la vida, a la vez participa de una pelea de monstruos en un MonsterWalk (real por otra parte). El sueño a cumplir: realizar el famoso opus con platillos voladores invadiendo la tierra. Porque para Tetsuo Lumière, personaje entrañable que apellida como los inventores del cine, en las categorías de eso precisamente que es el cine, operación artesanal más que simbólica: el de vampiros está por debajo del de platos voladores.
El vertiginoso ritmo de sus más de 70 minutos es sostenido por un interés casi infantil. Buscando un estilo propio, Lumière pone al cine mudo en el centro del relato, y en ese lugar es casi comparable con La antena de Sapir por su intención de nutrirse de una tradición del primitivismo cinematográfico, aunque en su caso claramente en el slapstick con su violencia física y el gag. Cuando Sapir busca la gravedad del expresionismo Tetsuo juega a ser un comico mudo argentino haciendo cine con su vhs, un cine que remite a un pasado inventado, rememorado a su vez por distintos testimonios, voces, que nos traen al presente (dije que era vertiginosa y compleja).
Continuidad natural de una primera parte Tl1-Mi reino por un platillo volador, a TL2 le tocó jugar en primera. Tras ser rechazada por el BAFICI en el 2009, el mismo año gana un gran premio en Mar del Plata. Internas festivaleras aparte, TL2 es puro aire fresco, tuvo sus funciones de culto en el MALBA por estos dias, acaba de ganar el premio al mejor guión en el Festival de Gualeguaychú y ya tiene sus amantes seguidores que esperan el final de la saga: TL3, claro.