El cine y la vida
Pocas películas transmiten tanto amor por el cine como las de Tetsuo Lumière, un joven cineasta misterioso cuyo nombre real se desconoce, pues su vida parece identificarse con sus películas. Es evidente que la pasión desmedida del personaje, capaz de todo con tal de hacer su gran película sobre platillos voladores, ahora titulada Invasores del centro de la Tierra, es una transposición poética e hiperbólica del entusiasmo que el verdadero Lumière manifiesta por su cine.
Como sucedía en TL-1, Lumière hace un falso documental sobre la propia historia del director de su ficción. Diversas novias y amantes, productores y el desopilante camarógrafo de sus filmes cuentan anécdotas de la vida del realizador, que se representan y que se entrecruzan con fragmentos de supuestos cortometrajes de su propia autoría, entre ellos, uno que tiene como protagonista a su psicóloga de la infancia, Vivian Chantal. El pasaje en el que la analista y Tetsuo fuman canabis mientras un gato los acompaña justifica la película.
Que TL-2: la felicidad es una leyenda urbana sea un filme clase B no significa que no sea una gran película. Este Ed Wood de las pampas, que parece conocer la gramática y la comicidad del cine mudo a la perfección, no deja de sugerir el enorme costo que tiene para cualquier artista seguir su propio camino. Los sueños y los delirios de Lumière constituyen una sana resistencia.