El legado
La segunda película de Tomás Sánchez (Otro corazón), Todavía (2018), decide tomar una vez más el tema de los trasplantes, pero desde el después de éste, trabajando con el drama y el humor, en dosis justas, las desventuras de una familia tras el deceso de la cabeza del grupo (Víctor Laplace) y las decisiones que tomarán para poder despedirse de él.
Recuperando un cine popular que supo hacerse en los años ochenta, y revisitando el grotesco costumbrista, aquel género que tuvo como exponente máximo en la pantalla local a Alejandro Doria, la película se propone, además, como un aleccionador relato, con moraleja incluida, sobre la familia, el amor, la amistad y el duelo como proceso que en grupo se puede sobrellevar mejor.
Pero aquello que tendría que ser simple se complejiza cuando el personaje que reúne a todos, Aralia (Betiana Blum), se empecina en convocar a sus hijos (Pablo Rago, Martín Slipak, Romina Gaetani) para cumplir con un último encuentro que servirá de ceremonia secreta para expiar culpas y unificarlos, pero también para despedirse y, de alguna manera, revelar algunos detalles poco conocidos de la vida de cada uno.
Narrada en tres actos, y con algunos giros sobre el final de cada uno de éstos, el guion se ocupa de presentar la lucha de la mujer contra sus propios fantasmas, el recuerdo de su ex marido (Laplace), que la acompaña a todos lados (a modo de la clásica telenovela Regalo del cielo), acongojándola y separándola del resto de los miembros de su grupo, y la familia, quienes la seguirán de cerca controlándola ya que recientemente recibió un trasplante de corazón.
Así, y sabiendo que sus hijos la cuestionarán, a pesar de ser la guía del grupo, los conflictos se apoderarán de todos cuando viejos resquemores salgan a la luz y los enfrenten ante una realidad inevitable, el dolor de saber que los vínculos se han debilitado, que la distancia ha hecho mella en cada uno y que ante el mínimo gesto, todo puede cambiar para peor.
Sánchez vuelve a trabajar con problemáticas poco trabajadas en el cine local asociadas al servicio y la divulgación de cuestiones que profundizan sobre la realidad de personas trasplantadas y cómo se manejan con su entorno. La medicina se cuela en los fotogramas, desarrollando momentos pedagógicos que potencian decisiones dramáticas, como una charla que Aralia ofrece en un colegio a los alumnos.
La decisión de transcurrir la acción en bellas locaciones naturales (Chapadmalal, Purmamarca) configura el marco ideal para que los conflictos se potencien, y a su vez, estimulen la identificación con los personajes a partir de las características con las que se los construyen.
Con una estética televisiva, encuadres propios de ésta, y diálogos simples, Todavía apunta a un nicho específico que puede disfrutar sin prejuicios relatos para pasar el rato con mensajes incluidos.
A la madre y sus hijos la secundan la pareja del ex marido (Beatriz Spelzini), el “novio” actual (Hugo Arana) y otros personajes que habilitarán la interacción a partir de algunas situaciones contenidas dentro de un contexto donde el humor permitirá trabajar el gag como apuntalamiento del progreso narrativo y también como motores de la tensión necesaria antes del desenlace.