PROBLEMAS DE RICOS
Ridley Scott sigue filmando sin parar, pero no le sale nada memorable.
La última película de Ridley Scott levantó más polvareda por sus “escándalos mediáticos” que por su argumento en sí. Todos nos enteramos de que Kevin Spacey fue reemplazado por Christopher Plummer tras las denuncias de abuso sexual, o que Mark Wahlberg cobró significativamente mucho más que su compañera de reparto Michelle Williams, a la hora de los reshoots, sumando más leña al fuego.
Estas circunstancias resultan casi más interesantes que la historia de “Todo el Dinero del Mundo” (All the Money in the World, 2017), un drama policial basado en hechos reales sobre el secuestro de John Paul Getty III (Charlie Plummer), nieto del magnate petrolero multimillonario Jean Paul Getty (Christopher Plummer) quien, debido a sus “convicciones”, de entrada se negó a pagar el rescate.
Estamos en Roma, en el año 1973, y tras secuestrar al jovencito mientras disfrutaba de la vida nocturna de la ciudad, los captores finalmente se contactan con la familia para pedir un cuantioso rescate. En un principio, Gail (Williams), madre de John, cree que se trata de una broma, pero al entender la gravedad del asunto recurre al único lugar que conoce: la fortuna de su ex suegro, tan audaz para los negocios como avaro.
El patriarca de la familia se rehúsa a soltar un solo billete aunque se trate de la vida de su nieto favorito. En cambio, recurre a los servicios de Fletcher Chace (Wahlberg), hombre de confianza y encargado de la seguridad, que ahora tiene la tarea de negociar con los secuestradores y descubrir que extraña trama se esconde detrás de este crimen, suponiendo que la haya.
Scott se centra mucho más en la figura de Gail, que lucha constantemente por recuperar a su hijo, y el trabajo en conjunto con Chace, más que en los pormenores del secuestro y el padecimiento del chico. Básicamente, convierte el relato en un tire y afloje entre ella y el viejo Getty, mucho más apegado a su dinero que a su parentela. “Todo el Dinero del Mundo” termina siendo la historia de esta “relación”, con algunos vistazos al pasado para entender el peso de papá Getty y su fortuna.
Gail y su esposo vivían bastante alejados de los lujos y la familia, pero en épocas desesperadas tuvieron que recurrir al dinero del patriarca a cambio de que el hijo se uniera a la empresa familiar. Obviamente, el matrimonio se fue al tacho y la mujer renunció a cualquier indemnización para poder quedarse con la custodia de sus hijos, la única ‘propiedad’ de la que Getty, en definitiva, no pudo echar mano.
Estos resentimientos vuelven a aflorar en la actualidad y en vísperas del secuestro, un hecho que la policía y Chace intentan minimizan, pero que no deja de inundar todas las primeras planas de los diarios internacionales. Scott explora el circo mediático, la actitud impasible de Getty, las banales motivaciones de los “malos” y el callejón sin salida al que se enfrenta Gail, pero nunca logra que empaticemos con ninguno de los protagonistas, arquetipos sin alma en una historia aún más fría.
Ni el drama familiar, ni el calvario del adolescente, ni siquiera la trama policial tienen suficiente peso para llevar adelante el conjunto de un relato que nos atrape. Nada resalta realmente, aunque la ejecución es correcta, ni siquiera la celebrada actuación de Plummer, reemplazando a Spacey en tiempo record.
“Todo el Dinero del Mundo” es una historia tan banal como sus personajes, un hecho anecdótico que intenta bucear en justificaciones, pero siempre se queda a mitad de camino. Su metraje es demasiado largo, incluso denso y cíclico; y más allá de la autenticidad de los hechos, termina en una nota demasiado hollywoodense. Scott se esfuerza para mostrarnos este mundo tan particular y alejado de la realidad: el de los ricos y sus problemas, pero no logra humanizar a sus protagonistas, en definitiva, lo que tienen que convencernos para que invirtamos emociones en sus dramas personales. Y es ahí donde más falla el conjunto.