El estreno más exitoso en la historia del estudio A24 es una de las mejores películas del año.
Cuando el COVID detuvo a Hollywood en 2020, muchos temimos que las presiones económicas y la incertidumbre harían que la industria fuera más conservadora en términos de lo que elegía financiar y que las audiencias fueran más selectivas en términos de lo que pagarían por ver. Parecía lógico que prevalecieran las secuelas, los remakes y las grandes franquicias. Esto se ha confirmado, hasta cierto punto: en lo que va de las 2022 películas como The Batman, Dr. Strange o Top Gun, se han disparado, mientras que los estrenos más “extravagantes” como The Northman, han fracasado. Pero Everything Everywhere All At Once, o en español Todo en todas partes al mismo tiempo, demuestra que si una película es lo suficientemente buena, lo suficientemente inteligente, lo suficientemente audaz, entonces aún puede convertirse en una sensación. Convirtiéndose en un éxito en Estados Unidos, finalmente la última película de Daniel Kwan y Daniel Scheinert (el excéntrico dúo que dirigió la extraña comedia negra de 2016 Swiss Army Man) producida por A24, llega a los cines latinoamericanos.
En Everything Everywhere All at Once, los directores combinan la ciencia ficción, la comedia, la acción, la fantasía y la aventura, y rompen toda lógica posible para crear una cinta disparatada, pero profunda y conmovedora. Tal vez no va a ser la película favorita de todo el mundo, pero definitivamente es una de mis preferidas, y es una que todos deberían ver porque finalmente es una prueba de que todavía hay personas dispuestas a hacer películas extrañas, desafiantes y deslumbrantemente originales.
Nuestra protagonista es Evelyn, interpretada por la maravillosa Michelle Yeoh, una inmigrante chino-estadounidense que dirige una lavandería con su esposo Waymond (la estrella de The Goonies, que finalmente vuelve a nuestras pantallas). En la primera media hora de la película conocemos la agobiante y claustrofóbica situación en la que se encuentra Evelyn: tiene un negocio que administrar, desordenadas declaraciones de impuestos, clientes que complacer, un padre exigente que parece nunca sentirse conforme, un esposo con el que discute y, una hija (Joy interpretada por Stephanie Hsu, que es maravillosa) con la que cada vez le cuesta más comunicarse e identificarse. Por más singular que parezca su situación hay algo universal en su historia y en sus emociones, porque esta mujer, atrapada bajo el peso de sus sueños fallidos, luchando por perpetuar una vida que no le apasiona, se siente profundamente abrumada por la implacabilidad de su vida, consumida por todo, en todas partes, todo a la vez.
La película podría quedarse solo en eso, en la historia de esta familia, pero cuando están llegando a la oficina de la inspectora de impuestos (interpretada por Jamie Lee Curtis, que realiza una actuación maravillosa), Waymond se inclina para decirle a Evelyn que ya no es su esposo, sino una versión de él, de un universo paralelo, que ha viajado hasta aquí para encontrarla. El multiverso, le dice, está amenazado por la infame Jobu Tupaki, y solo Evelyn puede detenerla. ¿Su misión? Aprender a alternar entre las diferentes versiones de sí misma que existen en el multiverso para salvar el mundo.
Antes de que los espectadores o Evelyn terminemos de entender lo que está ocurriendo, la acción estalla, y las bizarras batallas de kung fu no darán tregua hasta el último arco de la película. Empieza así una montaña rusa emocional y visual donde la amalgama de las realidades que vemos de los personajes se complementa con el trabajo de edición de Paul Rogers, el cual se mueve de manera rítmica ante las necesidades de cada escena; la fotografía de Larkin Seiple, como un camaleón de tendencias autorales; sin dejar atrás el vestuario de Shirley Kurata; el diseño de producción de Jason Kisvarda y, por supuesto, la maravillosa banda sonora creada por la banda experimental Son Lux, todos ellos adecúan al ambiente en donde se encuentran los personajes, sin importar lo simple o ridículo que pueda ser.
Más allá de las divertidas y caóticas batallas y los distintos y absurdos multiversos, en medio de todo esto, que ocurre todo al mismo tiempo, el corazón de esta película está en el cuestionamiento de dos mujeres por el sentido de sus vidas. Por un lado, tenemos a Evelyn, que como ya mencioné, vive en una especie de piloto automático, lamentándose por todo lo que pudo haber sido y no fue; y por otro lado, tenemos a su hija Joy, asfixiada por las decepciones del sueño americano no alcanzado por su madre, sin un rumbo claro y cuestionando cuál es el sentido de la vida ¿Realmente importa lo que hagamos?
En un mundo donde existen los multiversos, donde podemos ver todas las versiones de lo que nosotros mismos pudimos haber sido, es difícil no llegar a un nihilismo desgarrador. Si en todos los universos existe la soledad, si en todos existe el sufrimiento, si en todos realmente solo somos piedras en la inmensidad ¿Cuál es el sentido de nuestras vidas? Para Joy no lo tiene, nada importa, sin embargo en medio de su desesperanza, en un hermoso giro del guion, descubrimos qué la razón detrás de su persecución a Evelyn no era asesinarla, sino buscar una última esperanza de conectar con alguien que la entendiera, que diluyera el vacío y la soledad, que le demostrara que tal vez exista algo que valga la pena para no destruirlo todo, para no destruirse a sí misma. Y cuando parece que toda está perdido, el amor por Waymond y la perseverancia por salvar a su hija, le permite comprender a Evelyn que la mejor manera de derrotar este vacío, de recordarle el sentido a su hija, es a partir del amor. Así la última batalla de Evelyn en el último acto, es una serie de escenas divertidas y conmovedoras que nos demuestran a nosotros y a Joy, que la única manera de ganar es a través del amor incondicional. Es eligiendo la compasión y la comprensión sobre el juicio y el rechazo, es recordando que todas las decisiones que tomamos nos llevaron a este momento y solo nos queda apreciar y luchar por la vida que tenemos. Porque incluso si el caos reina, si en nuestra vida hay soledad o tristezas, es posible encontrarle sentido a la vida en momentos fugaces, y son esos momentos los que debemos apreciar, a veces suceden con el tiempo, a veces suceden todos a la vez.