¡Bienvenidos al verdadero multiverso de la locura! «Todo en todas partes al mismo tiempo» es, hasta ahora, el estreno más audaz del año, y sí, quizás, la película más atrevida y arriesgada en mucho tiempo.
¿De qué trata?
Evelyn (Michelle Yeoh) y su familia tienen un lavadero de ropa, pero un problema con la declaración de impuestos del local hace que tengan que asistir a una cita con hacienda para aclarar las inconsistencias.
En medio de la reunión, Evelyn descubre la existencia de multiversos, universos paralelos en los que su vida es diferente, lo que deriva en una experiencia que jamás imaginó.
Análisis de «Todo en todas partes al mismo tiempo»: el multiverso de la locura
Cuando parecía que todas las historias estaban contadas, llegan los Daniels y presentan esta película loca, rara, delirante, pero a la vez coherente y probablemente más profunda de lo que parece. Los efectos y la vorágine visual (venga un premio para el montajista) encandilan y te trasportan a un viaje que, a contramano de lo que suele pasar(me), hacen que la película sea absolutamente dinámica y el tiempo vuele.
«Todo en todas partes al mismo tiempo» es una película distinta desde todo punto de vista: primero, porque tenemos una mujer asiática de 50 y tantos como protagonista. Eso no pasa. Segundo, porque los directores le han dado rienda suelta a su creatividad de formas poco habituales, incluidos gags que podrían salir en una comedia de mal gusto, pero convertido en solo unas escenas de una película que, al margen de detalles burdos, coquetea con la reflexión filosófica.
¿Qué es, finalmente, el multiverso que recorre Evelyn, sino las infinitas posibilidades de «ser»? No por nada uno de los conflictos de la historia es la relación con su hija Joy y los problemas para decirle a su abuelo que es lesbiana. O el hartazgo de Evelyn con una vida que la supera. «¿Qué hubiera pasado si…?» como disparador. ¿Quién no se lo preguntó alguna vez?
Y si esto o aquello hubiera sido diferente, un detalle, una anécdota, un sí o un no alterado, un llamado no hecho, un paso en falso. ¿Cómo se hubiera alterado todo? ¿Cuántas Evelyn podría haber habido? ¿Qué hace Joy con todo eso que le pasa y, de alguna forma, se ve obligada a reprimir?
¿La explicación de una época?
Quizás quedé encandilada. Es difícil que no suceda. Pero lo confieso: en algún momento, mientras veía la película, me pregunté si no estaba siendo testigo de la nueva «Matrix» (1999). No solo por el planteo de otras realidades, del despertar a una visión diferente del «mundo», sino porque, tal como la película de las Wachowski, hay en todo eso una gran metáfora respecto al ser y la identidad.
«Matrix» fue también la película que dio paso al nuevo milenio. Su historia de despertar, de cambio de paradigma en varios sentidos se adelantó a lo que hoy es la realidad. «Todo en todas partes al mismo tiempo» también puede entenderse como un producto de su época y, quizás, un adelanto de lo que viene. No, no habrá viajes otros universos, pero sí hay redes sociales donde cada uno decide qué parte suya mostrar, cuál de las vidas es la que rige, la que manda. Los pequeños multiversos que se cuelan al usar distintas fotos, presentaciones y comentarios en Linkedin o Tinder, o la doble cara de quien en las redes es un troll.
A su modo, «Todo en todas partes al mismo tiempo» también es un llamado a despertar: ¿por qué seguir en el lavadero si hay posibilidades infinitas?
Conclusión
Cuando una película da para tanto, para que uno se permite analizar e interpretar cosas, acertadas o erradas, pero que sea al menos un disparador para pensarlo, entonces algo bueno pasó. En la sala hubo risas, tensión, pero también momentos de seriedad. Esa multiplicidad del título invita a eso, a la mezcla de todo, incluidas las emociones. Quizás «Todo en todas partes al mismo tiempo» no sea un film que todo el mundo disfrute ver, pero su mérito es enorme. Una nueva película de culto ha nacido, de eso no hay dudas.
«Todo en todas partes al mismo tiempo»
Puntaje: 9 / 10
Duración: 139 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2022