La mejor película del Multiverso hasta la fecha no la brindó el género de superhéroes sino una producción independiente que ofrece el esfuerzo más inspirado que presentó el cine norteamericano en mucho tiempo.
La gran paradoja del caso es que se trata de una producción de los hermanos Russo (Avengers: Endgame) que explora el concepto de las dimensiones alternativas con una profundidad y creatividad que Marvel no pudo plasmar en la falsa continuación de Doctor Strange.
Todo en todas partes al mismo tiempo representa el segundo trabajo de los realizadores Dan Kwan y Daniel Scheinerst (conocido por el pseudónimo los Daniels), quienes ya había demostrado su dominio del absurdo en Swiss Army Man (2016), con Paul Dano y Danniel Radcliffe.
En este nuevo film vuelven a retomar el mismo estilo de humor con una propuesta mucho más ambiciosa que combina diversos géneros de un modo especial y nos permite disfrutar la versatilidad de Michelle Yeoh para destacarse en el drama y la comedia física.
Probablemente su mejor labor desde The Lady (2012), la biografía de la activista politíca Aung San Suu Kyi, dirigida por Luc Besson.
El reparto además trae de regreso en la pantalla grande a Ke Huy Quan, el recordado Data de los Goonies y Short en Indiana Jones y el Tempo de la perdición, quien a los 50 años salió de su retiro para romperla junto a Yeoh en un personaje muy divertido como el esposo de la protagonista.
Hace poco había tenido una participación en el film de aventuras de Netflix, Finding ʻOhana,sin embargo fue en esta producción de los Russo donde tuvo la oportunidad de sobresalir por su interpretación.
Otra figura del elenco que queda muy bien parada es Jamie Lee Curtis, quien aporta muy buenos momentos cómicos con sus intervenciones.
Toda la locura del Multiverso que no pudo ofrecer el reciente film de Strange, acá la encontrás en una experiencia abrumadora que fusiona la comedia de enredos con la fantasía, la ciencia ficción y el cine de artes marciales.
Un combo excéntrico que los directores desarrollan de un modo impecable, a través de una historia que explora las dinámicas de las relaciones familiares en un conflicto que resulta más complejo y profundo de lo esperado.
Más allá de las secuencias de acción y el humor disparatado la trama además juega con el metalenguaje y conceptos existencialistas que están muy bien integrados en el relato.
Un detalle que me encantó de esta producción es el modo en que aborda las referencias cinematográficas dentro del argumento, que van desde los clásicos de Pixar a los filmes románticos de Wong Kar-wai.
Propuestas que tal vez no tienen mucho que ver entre sí pero se acoplan perfectamente dentro de la aventura alocada que vive el personaje de Yeoh.
Por otra parte, la obra de los Daniels sobresale por la opulencia visual de los elementos fantásticos y la edición de Paul Rogers, quien tuvo la complicada tarea de otorgarle una coherencia narrativa a todo el delirio que se presenta.
Todo en todas partes al mismo tiempo le aporta un poco de aire fresco al cine de género hollywoodense con una propuesta que no se evapora de la mente enseguida y alienta a futuros revisionados.