El bizarro arte de la locura
Muchas veces es difícil encasillar una película en un solo género. La mezcla de géneros es una verdadera apuesta dentro del cine, ya que puede salir muy bien o muy mal. Por suerte, la cinta de Dan Kwan y Daniel Scheinert (o como se hacen llamar, «Daniels») pertenece al primer grupo de las mencionadas. Es un film de ciencia-ficción y acción, pero que en ningún momento deja de funcionar como una comedia y hasta drama familiar. Cualquiera pensaría que el resultado sería un collage sin sentido, pero sucede todo lo contrario; de alguna manera va transitando por distintos estadíos con una naturalidad fenomenal.
Como ya habían demostrado en Swiss Army Man (2016), esta dupla de cineastas no se dejan caer en las tramas convencionales, aunque en esta ocasión llevaron su regla todavía más lejos. Todo en todas partes al mismo tiempo (sí, ya el título indica que es algo poco normal) nos presenta a una inmigrante china en Estados Unidos (Michelle Yeoh), que se ve envuelta en una aventura desconcertante cuando una ruptura interdimensional altera su realidad. Por algún motivo, ella es la única que puede salvar a los mundos infinitos del multiverso y aprende a saltar de una realidad a otra para lograr su cometido.
Con ese disparador de la trama, todo lo que sigue es la locura total. Pero locura en el buen sentido. Se transforma en una de las películas más originales de los últimos años, gracias a la impredecibilidad constante de cada escena, que se aprovecha de la infinita diversidad del multiverso. Por momentos, parece un capítulo de Rick and Morty pero live-action.
Como dijimos, la película no solo salta de realidad en realidad, sino que también lo hace entre género y género. Por este motivo, provoca a la audiencia en distintos niveles: hace reír, puede hacer llorar, hasta nos hace pensar en el sentido mismo de la existencia. Aun así, existe un sensación constante, entre placentera e inquietante, que es la de presenciar un fenómeno bizarro, casi caricaturesco a veces, en donde pareciera no haber límites (en realidad, no los hay) y es un permanente «vale todo». Sin dudas, a muchos espectadores les producirá rechazo esta cuestión pero no hay discusión en que, por lo menos, hay que celebrar la originalidad en estos tiempos de copia de una copia de otra copia.
El montaje y la dirección de arte de esta película son realmente espectaculares y sustanciales para el desarrollo de la misma. El ritmo que se impone desde el guion es intrépido y no decae en todo su metraje, otro de los puntos altos del film. El reparto es de maravillas. Michelle Yeoh nos compra desde el comienzo y nos invita a vivir su propia montaña rusa junto a ella. El resto, también genial, aunque párrafo aparte para otra deslumbrante actuación de Jamie Lee Curtis. La actriz es sinónimo de calidad en cualquier producción.
En definitiva, Todo en todas partes al mismo tiempo es una película loca y divertida que se apoya en un guion demasiado original en donde no hay límites de ningún tipo. Y lo mejor de todo es que nunca te desconecta de los personajes, que llegan a emocionar a la audiencia. En palabras del mundo de hoy y los memes, el film pareciera ser un permanente «¿Podrán?», mientras el espectador espera el siguiente desconcierto. Más películas así, vayan al cine.
Puntuación: 8/10
Por Manuel Otero