Todo en todas partes al mismo (Everything Everywhere All at Once) es una de las películas que ha generado más alboroto a su alrededor. Nacida para ser un título de culto, sus directores se autodenominan The Daniels (Dan Kwan y Daniel Scheinert) para agregarle un poco de mística al producto. La euforia de este título prometía más de lo que finalmente es, pero aun así no deja de ser una película poderosa, excesiva, llena de ganas de contar, mostrar, variar, jugar. Hay ambición y originalidad, aún cuando hoy en día los relatos en multiversos se hayan puesto un poco de moda.
La historia es la de una mujer oriental, Evelyn (Michelle Yeoh), que lucha por mantener a flote la lavandería familiar que tienen en Estados Unidos, al mismo tiempo que debe lidiar con una crisis matrimonial, el rechazo de su hija y el desprecio de su padre. Parece un terrible drama realista hasta que en el momento de desesperación total frente a un atraso sin solución con los impuestos Evelyn recibe una noticia sorprendente. Su marido le explica la existencia de mundos paralelos, vidas alternativas en las que ella tuvo un destino diferente a su ingrato presente.
A partir de ese momento cualquier cosa puede pasar. Y pasa. Con poco filtro para diferenciar ideas geniales de tonterías, los Daniels se lanzan con desenfado a poner todo lo que se les cruza por la cabeza. Esto parece sanamente alocado en un comienzo pero se termina estancando, quitándole ritmo a la película y provocando demasiados falsos finales. Lo que no agota es el casting elegido. Michelle Yeoh, podría decir cualquier que conoce su filmografía, es la actriz para el papel. Su carrera antes de ser conocida en occidente bien podría haber incluido un título como este. Los rostros conocidos pero no tan famosos como las estrellas de Hollywood permiten familiaridad y a la vez sorpresa en los espectadores.
Waymond Wang, el marido de la protagonista, está interpretado por Ke Huy Quan. Aunque su carrera es breve y tal vez nadie lo termine de reconocer hoy, él tiene dos trabajos que lo convirtieron en uno de los actores más queridos de la década del ochenta. Ke Huy Quan interpretó a Short Round, el pequeño que acompañaba a Harrison Ford en Indiana Jones y el templo de la perdición (1984) de Steven Spielberg. Pero también es recordado por su papel de Data en otro clásico de los ochenta: Los Goonies (1985). El mensaje es claro: cualquier cosa puede pasar si Short Round y Data han vuelto a la pantalla grande.
Gong Gong, el padre de Evelyn, es interpretado por otra figura legendaria de la cultura oriental en la industria cinematográfica: James Hong. Este actor fue uno de los primeros rostros orientales en formar parte permanente de series y películas en Estados Unidos. Su extensa carrera comenzó en la década del cincuenta pero aquí la locura del relato parece recordar a Rescate en el barrio chino (1984) una fantasía desatada de la cual Todos en todas partes al mismo tiempo sabe tomar referencias, empezando por el propio Hong.
Y para el rol de la estrambótica villana, Deirdre Beaubeirdre, la actriz elegida es Jamie Lee Curtis. La protagonista de Halloween (1978) está muy maquillada y se la esconde un poco bajo un cuerpo diferente al suyo, pero su gracia en esta nueva película está intacta. Sus papeles en De mendigo a millonario (1984), Los enredos de Wanda (1988), Mentiras verdaderas (1995) nos la recuerdan siempre como una gran comediante. Aquí se ríe mucho de su propia imagen y su carrera. Es parte de la fiesta, sin duda alguna.
Es difícil evaluar a la película por lo que intenta y olvidar lo que logra. Pero hay varios personajes que son realmente graciosos y ese multiverso, que puede combinar Ratatouille con Guardianes de la galaxia y Con ánimo de amar, se hace querer por momentos. Antes de que los Daniels terminen haciendo un cine serio con aspiraciones de premios, disfrutemos de esta locura con fallas pero con una energía poco habitual. Abarca mucho y no siempre aprieta, pero al menos tiene el deseo de abarcar. Bienvenida sea.