Dos a quererse
La danesa Susanne Bier es una directora aclamada tanto en Europa como en los Estados Unidos. Con films como Corazones abiertos, Hermanos, Después del casamiento, Lo que perdimos en el camino y En un mundo mejor (ganadora en 2011 del Oscar a la mejor película extranjera), se convirtió en una cineasta con poder suficiente como para decidir qué hacer, cuándo hacerlo, con quién hacerlo y dónde hacerlo. Para mi gusto, es una de las realizadoras más sobrevaloradas de nuestro tiempo, una artista ambiciosa y pontificadora, con aires de profetisa, que condensa varios de los peores aspectos de la muy irregular producción de su país.
En ese contexto, Todo lo que necesitas es amor se ubica entre lo menos interesante y más fallido de su filmografía: una tragicomedia que no emociona ni divierte, una película que aborda cuestiones supuestamente trascendentes y resulta siempre banal, y que -para colmo- cae en el pintoresquismo y en todo tipo de lugares comunes que hacen que uno pueda adelantarse a cada una de las secuencias y no errar cómo será la resolución.
Los conflictuados protagonistas son un empresario británico (Pierce Brosnan), típico workaholic esquemático y obsesivo que a pesar de tener la pinta de Brosnan no tiene intenciones de mantener relaciones afectivas; y una peluquera danesa (Trine Dyrholm) que está recuperándose de un cáncer de mama, pero que cuando regresa a su casa encuentra a su marido teniendo sexo con una muchacha joven de su trabajo.
La cuestión es que ellos y muchos más (daneses e italianos) terminarán en una hermosa villa de la paradisíaca zona de Sorrento, cerca de Nápoles, para participar en una fiesta de casamiento. Sin anticipar nada más del argumento, hay algunos momentos penosos, como cuando Philip ve a Ida sin su peluca (ha perdido el pelo en la quimioterapia) o cuando uno de los personajes acepta de manera súbita su homosexualidad.
Todos los clichés y estereotipos que puedan imaginarse respecto de las segundas oportunidades, de ese amor que finalmente llega a pesar de los prejuicios, los problemas y el dolor acumulado, irán apareciendo en el transcurso de este film que no se decide por ser una comedia romántica liviana, un melodrama coral y aleccionar, una propuesta provocativa y perturbadora (por momentos tiene un aire a su connacional La celebración) o un manual de autoayuda. Es un poco de todo eso, pero sin llegar a ser convincente en ninguno de sus aspectos.