Así como en el futbol sus partícipes tienen como “meca” el lograr un contrato en las grandes ligas europeas; en el cine, hay una tendencia de actores y directores que suelen pegar el “gran salto” una vez que lograron reconocimiento en su país de origen.
La danesa Susanne Bier entra en ese grupo, luego de sus rigurosos films enmarcados (libremente) en el dogma de Lars Von Trier con los que se hizo reconocida mundialmente (y hasta llegó a ganar el Oscar a Mejor Película Extranjera), entró al cine “hablado en ingles” (para no limitarnos a Hollywood), y "Todo lo que necesitas es amor" es su segundo opus en esa dirección.
Como suele suceder, en estos traspasos hay cosas que quedan en el camino y cabe preguntarnos ¿Qué fue de aquella instigadora de la condición humana, aquella directora intimista y desgranadora de relaciones complejas?
Todo lo que necesitas es un melodrama clásico, de historia lineal y sin mayores pretensiones, que además no ahorra su importante cuota de golpes bajos gratuitos, sino no sería un melodrama ¿no? Es la historia de Tilde (Trine Dyrhorn) a quien la vida parece que disfruta pegándole, está enferma de cáncer, recién comenzando con la etapa curativa de remisión, ya de por sí eso deprime a cualquier paciente, pero si a eso le sumamos que descubre a su marido engañándola, listo, podemos cantar el bingo de la desgracia.
Pero no, hay un rayito de sol allá al final del túnel, y tiene nombre: Philip (Pierce Brosnan), su consuegro, al que conoce en la boda de su hija, y ahí con los melancólicos pero reconfortantes paisajes de Italia comienza una relación que puede cambiarle la vida a ambos. Sí, Philip tampoco es un canto a la vida, viudo amargado, que desprecia a todo lo que se le acerque, en especial si es del sexo femenino.
En fin, una historia simple y directa, que no ahorra en lugares comunes y moralejas directas; casi televisivo (en su argumento definitivamente es una más de las películas del cable a la tarde) de no ser porque detrás Bier se encarga de darle algún vuelo estético, y por la fuerza interpretativa de Dyrthorn y Brosnan que reman para sacar sus personajes adelante.
Después del sabor extraño que nos dejó "Things We Los In The Fire" (su primera incursión hollywoodense más criticada que alabada), la directora parecía haber retomado una buena senda con "In A Better World" (sin llegar a sus mejores momentos de "Hermanos y Corazones Abiertos"), pero nuevamente tropieza aquí con la misma piedra.
"Todo lo que necesitas es amor" no es un film mal film, espectadores con pocas pretensiones (sobre todo un público femenino al que abiertamente se dirige el film) podrán encontrar un rato agradable entre llantos y alguna sonrisa – sería algo así como una comedia dramática –, pero quienes entren guiados por la trayectoria de aquella dama danesa auguro que no saldrán del todo conformes.
Salvo excepciones, este es el lugar que la industria destina a directores extranjeros de nivel, películas menores, de relleno, lejos de lo que pueden hacer con la libertad de estar en su propio territorio.