La película con mayor factor “awwwwwwww” potencial. Señora que peleó al cáncer y queda calva (es peluquera, ironía de guión) se encuentra en Italia (nótese el lugar “romántico”) con un viudo amargado (que es Pierce Brosnan, de profesión galán maduro) y, como el título lo indica, ambos encontrarán que lo que necesitan es amor. Ya lo sabemos. Hay una a favor en esta ensalada de romance desparejo que propone la especialista en romance difícil Susanne Bier (ya vimos Hermanos, ya vimos En un mundo mejor, ya sabemos de qué se trata su método “tristeza-alegría-vuelta de tuerca tremenda-vamos a recuperar algo”) y es que los personajes, a pesar de las características que les provee el guión para ser patéticos, parecen seres humanos de verdad. Y esa hazaña no es solamente el producto del talento actoral sino también, paradójicamente, de las virtudes de la realizadora, que conoce cómo sacar algo auténtico de lo retorcido. Quizás tal sea su intención siempre. La simpatía, aquí, abunda y salva.