Fundamentalmente, el gran punto de atención en "Todo lo que necesitas es amor"es la firma de su directora, Susanne Bier. Para cualquier seguidor de su filmografía, desde que la conocimos con "Corazones Abiertos", el cine de esta directora danesa que supo enrolarse en las filas del movimiento Dogma que desarrollara Lars Von Trier, siempre tiene apuntes interesantes e historias fuertes para contar.
Entre sus otros títulos están la arrolladora "Hermanos" –que luego tendría una remake hollywoodense protagonizada por Tobey Maguire y Jake Gyllenhaal formando triángulo amoroso con Natalie Portman–, la cantidata al Oscar "Después del casamiento" y finalmente su filme "En un mundo mejor" con el que se alzó con el Oscar a Mejor Película Extranjera en el año 2010.
Quizás este nuevo estreno esté más emparentado con el tono de "Cosas que perdimos en el fuego", su incursión en la industria cinematográfica de Hollywood que no ha tenido estreno comercial en la Argentina, con las actuaciones de Benicio del Toro y Halle Berry. No justamente porque "Todo lo que necesitas es amor" tenga el mismo tono dramático, sino porque elige contar una historia más ligada a un esquema de cine comercial, siguiendo las convenciones y las recetas que ciertos géneros imponen, alejándose (bastante, para mi gusto) del estilo narrativo y de la temática de su cine más interesante.
En este caso se trata de una agridulce comedia romántica que cumple con las exigencias y los guiños que corresponden a un producto de estas características y no logra llegar mucho más lejos que eso.
Ida (Trine Dyrholm, protagonista de "La Celebración", "Aguas Turbulentas" y la genial e inédita en nuestro pas "En Soap") es una peluquera que está atravesando uno de sus peores momentos: no solamente padece una enfermedad que ha alterado gravemente su vida sino que además, mientras atraviesa ese duro momento descubre que su marido le es infiel.
Por otro lado áparece Phillip (el impecable Pierce Brosnan), un empresario inglés que vive en Dinamarca, viudo para facilitar aún más las cosas en el terreno del romanticismo, lamentablemente todavía no ha podido superar la muerte de su esposa.
Adivinaron? Obviamente! La mesa está servida y la receta no tiene demasiadas sorpresas sino que funciona en general por carriles lo suficientemente previsibles como para dejar contento al público con lo que exactamente esperaba de este producto... entonces cuando Phillip e Ida se encuentren en una hermosa ciudad italiana para asistir a la boda de sus respectivos hijos, la atracción será tan inevitable como sinuosa.
Tanto por los hermosos paisajes, el clima de boda y la presencia de Brosnan, muchos momentos hacen recordar a "Mamma Mia!" aunque el tono que le pone Bier a su propuesta no tiene ni el ritmo ni la música de su antecesora.
El punto fuerte de "Todo lo que necesitas es amor" es Trine Dyrholm, dúctil, hermosa en pantalla y aprovechando intensamente cada una de las escenas que le tocan sortear (algunas provechosas y otras lidiando con un guión algo ridículo) y Brosnan acompaña discretamente con su buen porte, su simpatía y su elegancia. Pero obviamente, no le pidamos mucho más que eso y justamente en las escenas más complejas de resolver se evidencia notablemente el desnivel actoral entre los dos protagonistas.
Aunque, por fuera de eso, la química en pantalla de la pareja es sumamente creíble y efectiva.
Nadie que admire a Susanne Bier va a ver en "Todo lo que necesitas es amor" una gran película.
Como una vuelta de timón en su carrera, lo que para muchos será como un traspié, para otros será un momento agradable, con una comedia que toca el drama y se apoya más en el giro romántico (la pareja de Dyrholm-Brosnan se contrapone con la de las historias de sus hijos a punto de casarse).
Y así, sin demasiadas pretensiones, y habiéndose ganado el voto del público en varios festivales (con lo que entonces se adivina como una crowd pleaser, de esas que "le gustan a todo el mundo"), en este caso nos entrega un producto aceptable que crece cuando su lujosa fotografía nos permite viajar en aquellas escenas donde el paisaje de la paradisíaca Sorrento se convierte en otro de los protagonistas, en una de esas villas que dan ganas de quedarse a soñar.