El placer de tu compañía
Alejada de los melodramas, la directora danesa Susanne Bier cuenta una gran historia de amor, con Pierce Brosnan.
Contra lo que muchos suelen pensar, de que a cierta edad, parece, en materia de amor la gente está a la vuelta de todo, Ida y Philip desafían a más. Y eso que en la nueva película de Susanne Bier tendrían más para perder que para apostar.
Bier es de los realizadores daneses surgidos de los '90 que mejor se lleva con el público femenino. Sin la iracundia de Lars von Trier ni el escepticismo de Thomas Vinterberg, sus ex compañeros del Dogma, a la directora de Corazones abiertos le llaman más las relaciones de pareja enrevesadas.Lo que puede un accidente automovilístico inesperado. Si en Corazones... la pareja de un hombre que quedaba paralítico se enamoraba del esposo de la mujer que había causado el accidente de tránsito, en Todo lo que necesitas es amor también cruza a una mujer y a un hombre que a priori no deberían unirse. O tal vez sí.
Ida es danesa y madre de Astrid, y Philip, el padre de Patrick, jóvenes que se van a casar en Sorrento. Ida viene de sufrir golpes de todo tipo, ya que si la quimioterapia ya pasó, teme que el cáncer regrese, y lo que menos esperaba era encontrarse a su marido revolcándose con una compañera, "la puta de Contabilidad", en el sillón de su casa. Philip es viudo y ni siquiera acepta ponerse los zapatos para bailar tango que le obsequia su más joven y linda secretaria. Están, claro, uno y otro para otra cosa.
Bier maneja el humor como un escape. No hay escena dramática que no tenga como corolario un gag bien cosido. Porque Todo lo que necesitas es amor es una comedia, romántica, y por momentos dramática, con muchos personajes secundarios rondando esa historia central que arranca mal (Ida choca el auto de Philip, aún antes de saber que sería su consuegro) y que va tocando extremos como un subibaja, o un electrocardiograma.
Hay tal vez demasiadas subtramas y algunas historias inverosímiles en cuestión de que cada familia tiene sus secretos (otra constante en Bier) y está todo muy mezclado.
Pierce Brosnan vuelve a viajar para asistir a una boda a un lugar paradisíaco (Grecia en Mamma mia!, donde cometía el sacrilegio de cantar; aquí es Sorrento, al sur de Italia), pero parece más aplomado, aunque su Philip es, por momentos insufrible.
Trine Dyrholm, que sufría como pocas en La celebración, y vista en En un mundo mejor, Aguas turbulentas y Pequeño soldado, tiene el papel más complejo. Y a veces dan ganas de arroparla, pero otras lo que extrae de uno es bufar: todo ello indica que estamos ante otra gran trabajo de esta monumental actriz danesa.