Antoine es músico, aunque trabaja como productor de una banda con una talentosa vocalista femenina. Aunque ya no es un muchacho, está casado y tiene dos hijas, parece sin ganas de abrazar todas las modalidades de la vida adulta, apegado al recuerdo de sus primeras escuchas de rock, convencido de su sex appeal y empeñado en no desprenderse de cierta bohemia. Harta de sus ausencias, la esposa impulsa una separación que, aunque se concreta, no termina de limar la energía egoísta de Antoine. Hasta que su nueva vida de separado le pone por delante el verdadero desafío: ocuparse de sus hijas. La crónica de proceso de descubrimiento de los placeres de la paternidad -que es recíproco, porque las niñas también ganan un padre que apenas las registraba- es el verdadero corazón de esta comedia que con ternura e inteligencia observa a su un poco detestable protagonista. La masculinidad, y como en El Porvenir, el paso del tiempo, vistas a través de la relación de un padre con sus hijas, fuentes de afecto y risotadas que se estaba perdiendo.