Una película con un eficiente desarrollo que se desinfla a la mitad.
La separación de un matrimonio y cuando queda en evidencia las limitaciones de una de las partes a la hora de criar a los hijos ha sido tratado incontables veces en el cine, siendo Kramer Vs. Kramer o Mrs. Doubtfire los referentes que con más facilidad vienen a la memoria. Todo para ser Felices, si bien una historia que no viene a reinventar la pólvora, hace el intento de contar su versión de este conflicto.
Papá a la fuerza:
Antoine es un productor musical absorbido en su propio mundo. Tal es su egoísmo que apenas ve a sus hijas e ignora completamente las necesidades de su mujer. Un buen día, la desidia de Antoine colma la paciencia de su esposa, quien le pide el divorcio y se va de vacaciones dejándole a sus hijas durante 15 días. Es durante el transcurso de este tiempo en donde Antoine redescubrirá su rol de padre.
Decir que Todo para ser Felices es una historia sobre un hombre que redescubre su rol de padre sería acertado, pero uno se quedaría corto si tomamos en cuenta la visión global de la película. El tema que desarrolla es claramente el del egoísmo. Antoine es un hombre que piensa en sí mismo y en su trabajo constantemente; no registra al otro en ningún aspecto de su vida: Ni a su mujer, ni a su amante, ni a sus hijas, ni a sus amigos, ni a su socio de negocios. La confrontación de esta incapacidad y como la supera es el gran motor emocional de la película.
Lamentablemente, no todo son rosas para este film. Si bien durante la primera mitad trama y tema parecen confluir a través de un conflicto claro, entrada la segunda se desinfla, se queda sin desafíos, y el personaje nunca es introducido en esa encrucijada crucial, en esa decisión entre dos opciones irreconciliables que es el paso crucial para cerciorar que este efectivamente ha aprendido algo y ha cambiado. En el caso de Todo para ser Felices el espectador claramente puede percibir, llegado ese tiempo, que el personaje era distinto que al principio. Se siente como si llegada la primera mitad de la película se cumplieran todos los objetivos y la mitad restante fuera relleno para no tener una duración de 50 o 60 minutos.
Actoralmente, Manu Payet se lleva efectivamente al hombro la película como el protagonista y desarrolla una creíble química con las pequeñas actrices que dan vida a las hijas de su personaje. Por el costado técnico, tiene una fotografía y un montaje sobrios que responden a una dirección clásica sin muchos rebusques.
Conclusión:
Todo para Ser Felices es una comedia tierna, narrada de forma sobria. Cuenta con un tratamiento temático adecuadamente desarrollado que va a la par de su conflicto, pero que pierde fuerza y declaración a la mitad del metraje. La química entre los actores garantiza momentos de humor que hacen de la película, como un todo, algo no imperdible pero sí disfrutable.